Me hago KID

       Me siento #@“niño”. He visto a unos buscar al #ratóncitoPérez en @youtube y veo que no está reñida la tecnología avanzada con la inocencia. Además, así se vive bien. 

       Como fuente de INGRESOS tienes varias: el propio ratoncito por cada diente (puede haber temporadas de 7 u 8), los Reyes, los premios por notas, por el santo, cumple, primera comunión. El dinero de los abuelos, del padrino. Luego también está algo destinado a plazo fijo en “la hucha que no se puede tocar”. 

       (Gastos no es mucho: alimentación, vestido, #wifi#tablet, móvil, PS4, y “caprichos necesarios” están cubiertos por ser niño).

       Trabajo: esto es lo peor. Un par de páginas de colorear y sumar de pequeño, y de dibujar los #planetas de mayor. 

       VACACIONES mogollón: meses y meses, salvo el período escolar seguido, perp también tienes actividades incluidas: fútbol, tenis, natación, etc. 

       PREMIOS!!!; bastantes. Eso es lo mejor. Por portarse un rato bien la mayoría. Luego está por darle un abrazo a papá, por estar callado, por no dar la paliza (esto con un juego del móvil es fácil), por no pegarle a tu hermana y… por estar quieto casi todos. Y si gana el equipo de papá, más.

       Y lo mejor es que puedes jugar todo el rato. En casa, con los abuelos, en mil #campamentos urbanos o de inglés o de surf o de hacer cosas. En el colegio todo es jugar también hasta que pasas los planetas y la tabla de multiplicar. Luego ya hay que estar aburrido mucho. Pero entonces, vuelves a hacerte niño y ya está.

       Unos eligen el género, otros el número, otros la cantidad, yo elijo la edad. La edad de la inocencia (com EDITH).

       Nunca me haré mayor, aunque no sé… los juguetes de papá son más grandes que los míos.

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Pienso con imágenes

     “Las palabras son para mí como una segunda lengua”. A Temple Grandin se le diagnosticó una lesión cerebral a los dos años. Era autismo. Hoy es doctora en Ciencia Animal en Illinois y la tercera parte del ganado de USA y Canadá se gestiona en instalaciones diseñadas por ella. Ella solita se peleó con multitud de cowboys a los que terminó convenciendo.  

 

     Introdujo innovaciones “humanitarias” en ranchos y explotaciones ganaderas. Como autoridad mundial en autismo su libro “Pensar con imágenes” es una referencia. Aporta una visión humanitaria e inteligente a las diferentes maneras de pensar y a las reglas no escritas de las relaciones sociales. Desde luego, da luces a padres y por supuesto a dueños de animales. Y a profesores que quieren sacar adelante a todo tipo de alumnos.

 

     “Cuando no puedo convertir el texto en imágenes, suele ser porque el texto no tiene un significado concreto”. Algo muy aplicable a los niños de hoy, no sólo a los autistas, con una mente ya casi audiovisual. Muchas tareas y textos escolares les resultan incomprensibles, vacías y ridículas.

 

     Temple piensa que hay tres categorías básicas de cerebros especializados: “los pensadores visuales, como yo, piensan con imágenes de precisión fotográfica”. Los pensadores musicales y matemáticos piensan con patrones. Los pensadores lógico-verbales piensan con palabras.

 

     En 2010 la premiada actriz Claire Danes protagonizó una excelente película sobre su vida. Extraordinaria para comunicadores y profes.

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¿Falta mucho?

      “Si aburres no debes hablar, estamos aquí para entretener”. Es el juego de la espectacularización de la tele, de la política y de la educación. Y aunque algunos lo vean como un mal, tan sólo es un hecho. La cultura del impacto no está reñida con la cultura de la huella. Los impactos pueden dejar huella. Todo está en McLuan, pero ya estaba en el teatro, en la literatura y en la Roma imperial. 

 

      Los mejores juegos son los divertidos. Los mejores libros son los entretenidos. Lo educativo aburre. Nada hay peor que regalarle a un niño un juego educativo o un libro para mejorar la convivencia. Menos mal que ya existen las “matemáticas divertidas” en los coles.

 

      Con los chavales no está reñido entretener y educar. De hecho los mejores “influencers” son los que más entretienen a los niños, aunque no sean profesores: puede ser su tía o un primo. Hacer la infancia agradable, estar ahí distrayendo de la aburrida vida adulta, divertir, jugar, hablar con los pequeños… todo eso es educar. Nada hay más educativo que pasárselo bien con los niiños. Por eso en el fondo el verano es más educativo que el curso escolar.

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¡Qué hace aquí esta mochila!

   A los niños hay que hablarles como a las personas humanas.
   Los profes solemos utilizar un tono muy raro, en 1ª persona del plural y sincopado: “Dejamos-la mochila-en-su-sitio”. O usando el “usted”: “Vaya a dejar su mochila en su sitio”.
   Los padres se enfadan “y luego avisan”: “Me parece que me voy a enfadar”. (Ya lo están). O hacen preguntas al aire: "¿Qué hace aquí esta mochila?"
   Otras mamás suelen gritar el nombre del niño normalmente desde otra habitación: “¡Fulanitoooo!”.
   …A lo que se suele contestar con la frase más usada a lo largo de la historia por los hijos: “Ya voooy…!” Y no va.
   Y así termina el cuento: la madre o el profe guardan la mochila "en su lugar" y todo acabó bien… hasta el próximo día de cole.
    Lo mejor para papis y profes: “¿Podrías guardar la mochila? Gracias”. Y no hace falta decir “en su sitio”. Ya lo entienden. 
    Los niños son bastante normales. En serio. Y entienden casi más que nosotros, los seres mayores, porque fundamentalmente quieren aprender a vivir.
 

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El verano es más educativo que el curso escolar

      La libertad del verano invade a los alumnos. Ahora son un poco ellos mismos. Hasta los más pequeños viven con más personalidad. No se ven atados por las obligaciones escolares y las rutinas. El verano es más auténtico que el invierno. 

     En verano los niños crecen, juegan y se aburren. Las experiencias son vitales, no virtuales. Aprenden de la vida, de los viajes, del pueblo, de las actividades, de los primos, del campamento, de los animales, de la convivencia con amigos. 

     Tienen tiempo para hacer lo que sea con perfección, hasta la saciedad. Encuentran las claves y lla confirmación de lo que trató de abrirse paso en sus mentes en el colegio o en casa.
Algunos hechos de su vida ocurrirán por primera vez en verano. Lo más importante: la primera salida de casa, el primer amigo, la primera decisión, el primer amor…, estrenar la bicicleta, o aprender a nadar. 

     En verano los niños crecen y se fortalecen de modo natural. Crecen sin más. La mayoría de los niños mira de otra manera al terminar sus vacaciones, como si se hubieran asomado a un luminoso balcón. El que vuelve de un viaje no es el mismo que el que se fue, dicen los chinos.

     Los veranos son más educativos que el curso escolar. Lo único que deben hacer los niños es vivir felices sus vacaciones. Nada hay mejor en el mundo que los felices veranos de la infancia. A partir de cierta edad son decisivos, a partir de la pubertad. Marcan. De ahí la importancia de saber qué hacer con los preadolescentes en verano. Como decía Máximo, ‘lo que hacemos en verano tiene su eco en la eternidad’.

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