«Los que se quedan»

Un profesor se ve obligado a pasar las navidades en su prestigioso internado con un alumno maleducado. El profesor es culto, pero acomodado a su función y sabiduría. El alumno molesta en la casa de unos padres ricachos y divorciados.

Las heridas afectivas de ambos salen a la luz durante esos días y provocan un cambio. Llegan a compartir y ser cómplices de sus debilidades, lo que les hace humanos. La comprensión surge sola y les conduce a acciones generosas y hasta heroicas, en una vida sin épica.

Un profesor normal que se juega su trabajo por un alumno mal criado. Y un chico inteligente y herido que sale adelante. Una película que demuestra que el aprendizaje y la tutoría siempre son personales y mutuos.

Eurovisión

El festival de Eurovisión es como PISA: nunca ganamos. Aunque no se trate del evento musical por excelencia, el año pasado recibimos la menor puntuación de todos los concursantes. Y en ediciones anteriores tampoco es que hayamos mandado a lo más granado de la canción española.

Este año la cosa va de empoderamiento mediante la resignificación del vocablo más usado como insulto en las sentencias de violencia de género. Se trata de liberar esa palabra e infundirle todo su bello sentido, aquel que todo padre desearía para su hija, por ejemplo.

No sé qué haremos los maestros acostumbrados a lidiar con el acoso, el insulto y el bullying cuando en el festival de fin de curso hagamos un play-back de esa canción. Seguro que es lo que cualquier familia está deseando. Con la coreografía apropiada como la de Eurovisión a cargo del AMPA .

De hecho si le sueltas a una familia en tutoría que su pequeña es una zorra, no que tiene capacidad para el inglés, el ajedrez o la robótica, sino que es muy buena “loba” como Shakira, seguro que salen contentos soñando con el futuro de su retoño.

Les explicas que tienen que resignificar el significado que se habían apropiado algunos animales. Que es una competencia, una destreza que tiene la niña. Y seguro que les hará ilusión que la marquemos con una Z en la frente cuando saque Zobresaliente.

En este caso la culpa no la tiene el Gobierno ni la marca del Zorro, sino la presión por dedicar la canción a la primera concejala transgénero y el ansia de añadir vocales, que no vocalistas, a las siglas LGBTIQ+Z.

 

O sea que

“Nunca te fíes de las novias” me dijo un alumno de 9 años esta semana. Habíamos hablado de Sansón, para ellos un superhéroe que rechazó a un grupo armado de 30 especialistas, peleó con leones, rompió puertas de castillos y luchó contra mil soldados. Era un “juez” judío en la época en la que los jueces no sólo eran sabios sino también valientes, je.

Pero Sansón se enamoró perdidamente de Dalila, una chica de los enemigos. Estos la presionaron para que le revelara el secreto de su fuerza. Y Dalila jugueteó hasta conseguirlo. Cortarle el pelo. No es que fuera la mala y villana, pero traicionó.

“O sea que…” y el alumno sacó la conclusión de las novias. Le repliqué que no es el mensaje, pero no me creyó. El mensaje es que bla, bla, bla…

Lo digo porque los niños sacan sus conclusiones. Querámoslo o no. Son seres libres y racionales. Y porque una misión del educador no sólo es comprobar qué saben o qué son capaces de hacer, sino qué piensan. No vaya a ser. A veces pasan por las aulas sin que lo sepamos realmente. Y, como dijo el otro,  “that is the question”.

Adrianey Arana

Escúchame con los ojos

 

 

“¡Máma, papá!”.Y tú: “espeeera un momento…”. Y sigue: “papá… -Ahora no pueeedo…” Puede estar sucediendo mientras lees estas palabras. A mí me pasa cada mañana. Llego a clase y me quieren contar cosas. Y yo: “vale”, “hooombre!!”, “sí…no”, «qué-bien!!»

Porque estoy mirando los avisos en el móvil del cole o de familias. Abriendo el ordenador para cubrir la asistencia. Y enciendo la pizarra digital y el archivo de las actividades, la tablet con las notas y programación. Porque vamos a empezar y tengo que introducir las contraseñas… ¡que fallan justo en-ese-mo-men-to!

Y de alguna forma percibo que me pierdo lo mejor de los niños: cuando quieren contarte, preguntar, enseñarme, hablar, leerme algo. Pero les voy respondiendo. “Espeeeera un momeeento” y así pasan los meses, los años. “Ya te escucho”.

Pero el otro día un niño me dijo: “¡Sí!, ¡pero mírame!”. Y recordé lo que hace poco leí: que un hijo, en la misma situación, le había contestado a su padre: “¡Sí, pero escúchame con los ojos!”. Y estoy comenzando a hacerlo. Todo cambia. Primero, tú mismo. Y descubres que esa es la contraseña que siempre funciona

Foto: pixabay.com/images/id-4784914/

Profesores vivos



Profesores vivos

Profesores vivos son los que tienen problemas y se plantean retos. En la actualidad hay elementos que están logrando que los profesores estemos vivos: las nuevas tecnologías es uno de ellos. Una enorme cantidad de maestros se ha puesto las pilas de la ilusión y de los proyectos gracias al uso compartido con colegas y alumnos de la nueva comunicación.

Otros elementos dinamizadores son los retos que surgen de la diversidad social: alumnos inmigrantes, abandonados, alumnos con TDAH, alumnos con altas capacidades... Todo esto genera nuevos programas, nuevas didácticas, nuevas preocupaciones que logran que muchos profesores estemos vivos.

Los profesionales de la educación hemos de afrontar igualmente la enseñanza plurilingüe sin miedo. Por ello es necesario aprender idiomas -lo que a algunos profesores a punto de jubilarse les ha dado motivación-, profundizar en el uso de las lenguas maternas y dialectos, y pensar que la lengua es un instrumento de comunicación y de aprendizaje: es un medio, no un fin.

Por todo esto el profesor ha de ser hoy eminentemente práctico y activo en el aula y en el centro. Ello exige una gran dosis de estudio personal y preparación, pero personal. Cada vez me preocupan más las sesiones que se imparten a maestros y profesores: aburridas o divertidas, son sesiones teóricas o magistrales de cómo se deben tener clases interactivas y participativas. Dicen lo contrario de lo que hacen, y dicen demasiado.

Los profesores vivos, en cambio, hemos de meternos en líos, proyectos y problemas, hemos de hacer más que decir.