A cambio de un chiste

– Una caña -pedí a una cara desconocida-. ¿Nuevo por aquí?

– Mi restaurante cerró por el covid y me busqué esto. Me hablaron de aquel tipo -me señala a un camarero que se movía entre las mesas-, que era un crack y quería venir a trabajar con él.

– Ese tipo -le susurré- es rápido y quiere a los clientes, siempre sonríe y no suele estar por la barra… Y también tiene problemas.

Esa misma mañana en el colegio dos niños vinieron a pedirme si les prestaba el cargador del portátil.

– A cambio de un chiste -le pedí a uno muy gracioso. Y me contó uno regular.

– Bueno, le voy a contar otro- y claro, era un poquito más de mayores. Me partí y ellos más. Y se fueron con el cargador.

No todo se arregla con dinero. A mal tiempo, buena cara. Que con el humor es la única moneda de cambio para cuando llueve sin parar desde hace años.

Adrianey Arana

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Y se acaba el problema

“La vuelta al cole puede ser positiva porque ayudará a los adolescentes a insertarse en la rutina de unas medidas de protección que en verano son más difíciles de seguir. En la escuela, los chavales están obligados a llevar mascarilla, no hay otra posibilidad, y se acaba el problema”. Palabras de Quique Bassat, asesor del Gobierno.

Menos mal que en los colegios les obligan a portarse bien, a respetar a los compañeros, ordenar el material, convivir con los diferentes, dialogar, no insultar, no gritar, pedir la palabra, traer la autorización oportuna, pedirse perdón, recoger papeles, reciclar la basura, limpiar playas, usar la tecnología con sentido, limitar el uso del móvil, tener un horario… “y se acaba el problema”.

La vuelta al cole será “positiva” porque hemos redescubierto que las normas y protocolos,  las rutinas y los obligaciones educan. Poner límites educa.

Y a pesar de las críticas y quejas ante la enseñanza en nuestro país, también hemos descubierto que los institutos y colegios ayudan a los jóvenes a “ser educados”. Y que eso es la educación, no sólo los resultados académicos. 

Adrianey Arana

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Un mundo fascinante

¿Quién diría hace un año que ya en ese 2020 se habría descubierto la vacuna del covid? ¡Y que la mitad del país estaría vacunada! Veíamos un panorama negro y desolador de investigaciones tipo Pasteur, madame Curie, etc. De hecho no existe todavía vacuna para el virus VIH del sida ni para la hepatitis C.

“El récord en desarrollar una vacuna completamente novedosa es de al menos cuatro años”, explicaba entonces la Asociación Española de Vacunología. “¿Cuánto tiempo lleva fabricar una vacuna?” titulaba el NYT en abril 2020. 

Sin embargo, el ritmo de la ciencia y la investigación ha resultado asombroso. Y no solo eso, sino que  incluso la gestión y logística mundiales han sido de ficción. Los gobiernos y las instituciones, aunque los critiquemos, son más eficaces hoy que hace escasamente 20 años. 

De estar confinados a recibir un mensaje a tu nombre en el móvil para ponerte la vacuna hay un largo camino de trabajo que se ha hecho corto. Vivimos en un mundo fascinante mejor que nunca y no nos damos cuenta. No es correcto criticar al político de turno de todos y cada uno de los países, quejarse constantemente o protestar porque me toca esta dosis y no la otra. O repetir que solo el 50% del país esté vacunado.

Según el nuevo chiste, el optimista dice “el vaso está medio lleno”. El pesimista “el vaso está medio vacío”. Y el millennial: “¡el vaso me está ofendiendo!”. Y además no agradece que en vez de agua le estén «tirando» una caña de cerveza, que haya para todos y que se sirva gratis. ¡Salud!

Adrianey Arana