
La esperanza nace

ideas inspiradoras para familias con hijos pequeños
Violencia sexual, desigualdad racial, situación de la mujer, injusticias, escuelas y métodos educativos «innovadores», familia, hijos sin madre. Crudeza vista por una niña de 6 y 7 años que vive en un mundo imperfecto, con una familia monoparental y con profesores novatos pero buenos. Y conflictos por tenencia de armas. De ahí el título de la novela.
Todo esto es ”Matar a un ruiseñor”, la obra de Harper Lee ganadora del Pulitzer en 1960..
Asombrosa novela en la que todo lo que nos parece rabiosamente actual ya lo era en los años 30, o sea, hace un siglo. Y en la que la visión es la de una niña, no la de un “activista”. El enfoque es duro pero tierno, es trágico pero dulce, es agrio pero moral, y es serio pero con humor. ¿Es posible? Sí, porque el enfoque infantil a veces es simple, directo y más profundo.
Sí. Por eso quizá Harper Lee no escribió nada más. Y nada menos. Quizá la deban leer los actuales padres de niños pequeños. Una buena librera me comentaba que había triunfado en un club de lectura con adolescentes. Como dice nuestro Nadal tras algún partido suyo épico: “unbelievable”. A veces hay obras increíbles.
Adrianey Arana
“Te has cortado el pelo”. Apuesto a que los niños me lo dirán el lunes al verme. Los pequeños miran todavía. Miran y escuchan.
Dicen que tenemos que aprender a escuchar. Quizás antes a mirar. A escuchar con los ojos, con la mirada. Cuando empiezo una clase y me cortan: “¿Qué te pasó en la mano?”, pienso que no es una interrupción. Es que te están escuchando porque te están mirando. Por eso siempre trato de llevar algo en la mano para que me pregunten.
Los mayores tenemos que aprender a mirar, no sólo a ver como webcams que reflejan o recogen durante 24 horas lo que pasa sin inmutarse. Mirar se hace con el alma.
A Domingo Villar quiero agradecerle sobre todo su mirada. Todos vemos a diario las ciudades caóticas, la niebla, el tráfico y las cuestas. Pero él miraba con dulzura y comprensión, incluso lo trágico. Su mirada de poeta descubrió un paisaje idílico y unas gentes amables y un barco de Moaña como si antes no existiera. Como el que también hay en Mugardos.
No sigo porque como él decía “a cierta edad es mejor no profundizar en quién se queda y quién se va. Por no perder la moral, sobre todo”.
Podemos cambiar todo, mejorar y progresar, y hasta plantar unas flores donde antes no las había (como en las rotondas de hoy en día) o ponerlas en un jarrón de casa. Probad. Los que miran con el corazón, sólo los que miran las verán.
Adrianey Arana
Causas de la frustración, el porqué de la frivolidad y su utilidad, el amor que permanece o se transforma, el arte, la humildad, la literatura actual, la sociedad líquida, la juventud inconformista y la cultura. Todo explicado por un tipo de 26 años, entrevistado y preguntado por todos los que quisieron acudir. Periodistas, médicos, abogados…
Fue una de las conversaciones más interesantes que he escuchado en nuestra ciudad últimamente. Y daba para más, pero no hubo tiempo. El tiempo se echó encima de este joven literato y músico que presentó su segundo libro, Santi.
También había allí jóvenes profesionales y estudiantes que habían leído ambas obras. Porque los jóvenes necesitan cultura, piden arte, buscan la belleza, adoran que alguien les hable, les escuche y, sobre todo, que tenga conversación, que se haga preguntas sin miedo, y que busque respuestas en voz alta.
Es una inyección de esperanza en la cultura ver a veinteañeros que piensan como Ana Iris Simón o Santi Isla. Y que hasta aportan algunas soluciones. Unos bellos Juegos Florales.
Adrianey Arana
Foto: Unsplash
Adrianey Arana