«El favor», un thriller para verano

«El infierno es la verdad vista demasiado tarde» sugiere John Verdon en «El favor», su último bestseller del detective Dave Gourney. Lo aplica a un delincuente atrapado en su pasado a pesar de resistirse.

Verdon pinta las relaciones de un matrimonio maduro de modo sublime. Y sufre porque al detective le gustaría ser mejor marido. El ágil ritmo policíaco y de acción se entremezclan en su relación conyugal con Madeleine a veces tensa, pero siempre tierna.

Él autor ser reconoce algo en su protagonista detective: «Ama a su esposa y a su hijo pero no es nada bueno con las emociones. Esa es la parte con la que se siente más incómodo. Sus sentimientos están siempre encerrados bajo un análisis racional y nunca anda buscando sentirse querido o aceptado, él solamente busca las respuestas. El análisis racional es su mejor arma y escudo para lidiar con la vida».

Verdon siempre responde que Madeleine, la esposa del detective, es el alma de la serie de todas sus novelas. «En primer lugar, me gustan las mujeres fuertes e inteligentes. En segundo lugar, quería darle a Dave (el protagonista detective) una dimensión de vulnerabilidad, convertirlo en algo menos que totalmente autónomo. Quería presentarlo como una persona que necesita a otra persona en su vida. Puede que sea un poco genio para desentrañar ciertos tipos de misterios criminales, pero su esposa es en muchos sentidos más inteligente que él: más perspicaz, más intuitiva. Este tipo de equilibrio, la tensión que crea y las recompensas que ofrece, es más interesante para mí que las relaciones que a menudo se retratan en las novelas de detectives».

Enamorarse leyendo

Una tarde en una caseta de la Feria del Libro da para mucho. Para ver que los niños arrastran a sus padres. Para ver que en las ferias se vende más de bolsillo que de tapa bonita. Y para comprobar que los mayores compran género policíaco, acción y títulos que riman: la casa de las rosas, el jardín de los secretos, amores cruzados, espadas como labios… el típico título que Camilo J. Cela recomendaba para vender.

Y percibes que toda una ingente gente se auto-educa con libros de lectura fácil (además de las redes sociales, el Marca y el Hola). Y que hay quienes utilizan esos canales y conocen sus reglas comerciales y didácticas y se convierten en educadores o maestros. Millones de personas inteligentes (los que al menos leen) entregan sus opiniones y juicios a esta lectura de evasión. Millones de ventas.

A partir de los 12 años la lectura decae. Aparecen los amigos, la consola seria, los deportes de competición, las salidas y la ausencia de insistencia escolar y paterna por la lectura y de bibliotecas en los centros.

Los clásicos ni aparecen por ser prejuzgados de “obligatorios” y por tanto cancelados. Cuando realmente los clásicos, como dice Irene Vallejo, no son obligatorios, sino que “han sido especialmente amados, han sobrevivido a lo largo de los siglos… con lectores apasionados”.

“El mecanismo humano, es decir, cómo funciona el humano, no ha cambiado”, sostiene la italiana Andrea Marcolongo afincada en París. “Lo que sentimos cuando nos pasa algo muy fuerte, muy intenso (…) es exactamente lo mismo que sintieron los griegos antiguos”. “Leer los clásicos no es cuidar el pasado, al revés, es cuidar el futuro. La respuesta está en los libros: basta con abrirlos. Para mí, el mundo antiguo es como la inteligencia artificial, pero sin ser artificial.”

La literatura te ayuda a entender el mundo. Así no sorprende ver la actualidad de las revueltas francesas (o la de los chalecos amarillos) cuando en el tercer libro más leído de la historia Dickens pinta París como la ciudad que representa la agitación y el conflicto (Historia de las dos ciudades).

Y puede ser que uno salga de la universidad -no digo de la escuela- sin haber leído los libros más amados y sincrónicos de la historia (la Biblia, Dickens, Cervantes, Homero, Tolstoi) porque nadie te los ha presentado, como cuando te presentan a un amigo tomando unas copas.

Lo cierto es que si a partir de los 12 años los libros y las bibliotecas se presentan como amigos la gente lee. Experiencias tenemos. Los centros de secundaria y bachillerato con una buena biblioteca generan I+D+Ideas.

Conozco casos como la Library Stonyhurst, la biblioteca del prestigioso colegio inglés, que trabaja y crea actividad al igual que la sección de deportes y que gestiona su propia cuenta independiente en Twitter. O la biblioteca del famoso Colegio Maravillas de Alejandro de la Sota en Madrid, con una esmerada organización y silencio. Incluso en Vigo la biblioteca de un instituto de barrio como es el IES Rosais II, que por algo habrá sido el mejor centro público gallego en selectividad este año 2023.

En la pequeña localidad libanesa de Beit ed-Dine que visité hace años los niños frecuentaban el único lugar con actividades: la cuidada, hermosa y fresca biblioteca, en la que leer es agradable. Quizás por eso sus gentes construyeron tales grandiosos palacios en los que se alojaban esplendor y sabiduría, asombro del actual viajero.

Cuanto más se rocen los alumnos con los libros más amigos serán o más amor surgirá entre ellos. Y amarán a los más queridos a través de los siglos o en tantas culturas actuales y diversas.

Y como estamos en un mundo híbrido y respetuoso con el papel también se les puede proporcionar un libro electrónico de los de solo lectura. Ediciones más baratas, mayor concentración que en tabletas y hasta motivación para algunos momentos. El alumno más lector que tuve durante una época era de libro digital. Leía y leía con su pantallita en blanco y negro, fácil de llevar en cualquier mochila adolescente, que sacaba en cualquier rato libre. Que es de lo que se trata: de leer libremente y de ser más libre leyendo.

Si las bibliotecas se cuidan en los centros y se diseñan en las ciudades, barrios y urbanizaciones de un modo serio y atractivo, lo jóvenes verán libros y leerán. Se enamorarán. Porque como creía Shakespeare «el amor de los jóvenes no está en el corazón, sino en los ojos». Fall in love reading.

Adrianey Arana    ·     Foto de Bethany Laird en Unsplash

Suecia y los libros de texto

El Insituto Karolinska le ha largado a la Skolminister sueca un informe calentito a finales de abril sobre los «ordenatas» en clase:

Que “la investigación ha señalado el hecho de que la digitalización de las escuelas tiene importantes consecuencias negativas para la adquisición de conocimientos por parte de los estudiantes”.

Que “carece de propuestas completamente concretas sobre cómo deberían trabajar las escuelas con la implementación de la estrategia de digitalización”.

Y no sigo porque el tono sube. Tanto que la ministra no se ha hecho la sueca y ha escrito en su Instagram @edholm.lotta “quiero ver menos pantallas y más libros de texto en la escuela. La digitalización acrítica de la escuela ha sido un error (…) Quiero ver más movimiento, más papel y lápiz y más libros escolares reales”.

Esto lo ordena a través de las redes sociales e internet. Vaya.

Lotta lleva unos meses de ministra bis (hay otro ministro de educación superior: Mats) y pertenece al partido liberal acusado de hackear la red interna de los socialdemócratas. O sea, que saben de lo que hablan, je.

Además Suecia ha bajado eleven points en la reciente “Eurovisión de comprensión lectora” (la “pirls”) a pesar de haber ganado la de “cantar”. Y se han dado cuenta que sus alumnos sólo saben cuatro letras: ABBA. O sea, que a volver a los libros y a dejarse de pantallitas y televisión.

En España hemos quedado de los últimos en Eurovisión de cantar y de leer. Pero no hemos hecho informes ni análisis ni plan ni nada. Sólo hemos usado las redes sociales y pantallas para comentar la jugada.

Pero la cuestión no es simple: pantallas o libros. La prueba que hicimos tan mal se aplicó a niños de 10 años que apenas usan los ordenadores como libros, se hizo al salir de la pandemia, y 3 CCAA (comunidades autonómas) obtuvieron resultados de campeones. Y además en Cataluña se aplicó en catalán y niños inmigrantes no supieron contestar.

O sea que la solución no es “cancelemos los ordenadores”, porque si no, no podrían Uds. leerme ahora y yo solo podría dedicarme a dar clase a sus hijos y enseñarles a leer.

Adrianey Arana   ·     Foto: Unsplash

La esperanza nace

La feria medieval alegra las fiestas del verano. La Edad media vuelve. Su vida, juegos, costumbres y batallas fascinan. Autores de novelas y productores de ficción descubrieron el filón hace tiempo:  El Señor de los Anillos, Juego de Tronos… sus miles de secuelas, sagas y entretenimientos del mercado editorial y online. Stars War estira como puede sus historias de espadas, princesas y caballeros.
Está cambiando la percepción de la Edad Media y de otras ‘civilizaciones’ en el “imaginario colectivo”. Ya no fueron momentos oscuros y tenebrosos. Muchos hablan de una época alegre, luminosa y no triste u opresiva. Una Edad “media”, o sea en el medio o centro de otras. Ni un imperio ni un Estado, ni unas normas que ahogan, ni lo políticamente correcto que hoy asfixia.
Sigrid Undset, escritora noruega Premio Nobel, amaba la edad media nórdica y europea. “Allí se encuentra la inmutable naturaleza humana al desnudo, puesto que las convenciones sociales son tan primitivas que los individuos pueden desarrollarse libremente, sin restricciones, mientras que en otros momentos históricos están constreñidos por el espíritu de la época que impregna toda la sociedad”.
He leido toda su obra. Los paseos por la feria medieval de Coruña me coinciden con la lectura de La saga de Vigdis, recién publicada. Sencillez, profundidad, libertad y poco Estado oprimente. Más primitivismo y más naturalidad hasta en las luchas y en la familia.
Amazon Prime estrena en septiembre Los Anillos del Poder, situada en la Segunda Edad de esa Tierra Media de Tolkien y su comarca feliz y feroz, con hobbits y elfos más humanos que nosotros mismos. La ilusión actual por esas historias y esos mundos anima el espíritu ya que, como pensaba Legolas, “muchas veces la esperanza nace cuando todo está abandonado”.
Adrianey Arana

Racismo, armas y violencia sexual

Violencia sexual, desigualdad racial, situación de la mujer, injusticias, escuelas y métodos educativos «innovadores», familia, hijos sin madre. Crudeza vista por una niña de 6 y 7 años que vive en un mundo imperfecto, con una familia monoparental y con profesores novatos pero buenos. Y conflictos por tenencia de armas. De ahí el título de la novela.

Todo esto es ”Matar a un ruiseñor”, la obra de Harper Lee ganadora del Pulitzer en 1960..

Asombrosa novela en la que todo lo que nos parece rabiosamente actual ya lo era en los años 30, o sea, hace un siglo. Y en la que la visión es la de una niña, no la de un “activista”. El enfoque es duro pero tierno, es trágico pero dulce, es agrio pero moral, y es serio pero con humor. ¿Es posible? Sí, porque el enfoque infantil a veces es simple, directo y más profundo.

Sí. Por eso quizá Harper Lee no escribió nada más. Y nada menos. Quizá la deban leer los actuales padres de niños pequeños. Una buena librera me comentaba que había triunfado en un club de lectura con adolescentes. Como dice nuestro  Nadal tras algún partido suyo épico: “unbelievable”. A veces hay obras increíbles.

Adrianey Arana