Humor u/o amor

Oigo desde mi despacho al profe de al lado con los pequeños:

– Vamos a hacer familias de palabras…

– …¿a hacer una familia? -se sorprende un espontáneo.

– Sí, pero de palabras. Por ejemplo, a ver… una palabra bonita…

– (silencio). (Yo sigo tecleando mecánicamente pero con una sonrisa iniciada).

– “Amor,” por ejemplo. A ver, ¡palabras con “amor”! -insiste mi colega.

– ¡Amortizo! -suelta uno ingenuamente.

– ¡Amortiguador! -otro más serio que intenta superarse.

En el recreo le di ánimos, pero nos reímos. El que quiera divertirse que se haga profesor.

“Hemos hecho del mal humor una profesión. Si te ríes, parece que no trabajas” -lanzaba al auditorio coruñés de Palexco el gurú Emilio Duró en Mentesexpertas hace unos días.

Y al final, tampoco hay tantas palabras con amor salvo… varios niños de la clase que se apellidaban o llamaban así, je.

Adrianey Arana

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A cambio de un chiste

– Una caña -pedí a una cara desconocida-. ¿Nuevo por aquí?

– Mi restaurante cerró por el covid y me busqué esto. Me hablaron de aquel tipo -me señala a un camarero que se movía entre las mesas-, que era un crack y quería venir a trabajar con él.

– Ese tipo -le susurré- es rápido y quiere a los clientes, siempre sonríe y no suele estar por la barra… Y también tiene problemas.

Esa misma mañana en el colegio dos niños vinieron a pedirme si les prestaba el cargador del portátil.

– A cambio de un chiste -le pedí a uno muy gracioso. Y me contó uno regular.

– Bueno, le voy a contar otro- y claro, era un poquito más de mayores. Me partí y ellos más. Y se fueron con el cargador.

No todo se arregla con dinero. A mal tiempo, buena cara. Que con el humor es la única moneda de cambio para cuando llueve sin parar desde hace años.

Adrianey Arana

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