Rayos y truenos

     Tormenta: relámpagos, lluvia gruesa y lateral, granizo y rachas… (las rachas son en invierno siempre). Dos niños miran el temporal por la ventana desde su acogedor refugio del aula. Me piden ir al baño y según están yendo, retumban dos cañonazos de truenos perdidos. Aterrorizados se vuelven corriendo a clase, donde sus compañeros también estaban paralizados. Y yo un poquito.

     Pensé que el ruido, los gritos y la bronca congelan el cerebro de un niño. Los alumnos piden paz, serenidad y trabajo ameno y tranquilo. Sin discusiones. Y así mientras trabajan felices pueden cantar, hablar, escuchar y conocerse. Alguno que nunca hablaba, se lanza y comenta algo mientras escribe. Y otro se fija en su voz por primera vez. Surge la escucha, el diálogo, la convivencia entre niños muy diversos, el humor relajante. 

     Y desaparece la tensión, la crispación y se educa en libertad, sin rechazo al pluralismo ni a ser distinto. Sueño con que estos alumnos logren en el futuro una sociedad libre y avanzada, en la que nunca tengan miedo a decir lo que piensan. Feliz reflexión.

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