Los tics, no las tics

 

          Todos tenemos «tics». Agitar las rodillas, fruncir los labios, sacar la lengua concentrados, limpiarse una mota del hombro, rascarse la oreja. Los deportistas de élite tipo Nadal sufren muchos ya que los asocian a rutinas necesarias para el triunfo. Pueden llegar a ser manías o incluso supersticiones.

            Pero la enfermedad normal de los tics es el síndrome de Tourette. Puede darse en un grado variable, normalmente no muy alto, en forma de tics vocales y motores. A veces hay niños en las aulas con este síndrome que se da 3 veces más en varones. Suele ser motivo de bromas de compañeros si no lo conocen. Pero acaba siendo aceptado y hasta ameno.

            Lo único triste es que es uno de los motivos de burla en videos y redes sociales bastante generalizado fuera del ámbito escolar. Es banalizado como un trastorno divertido. Y no se percibe como algo ‘diverso’ (como otros trastornos) que además corregible. En los colegios se detecta pronto y con el trabajo del tutor y orientador suele ser aceptado.

            Los casos que conozco suelen tratase de alumnos trabajadores, responsables, buena gente, «majos», sinceros y hasta simpáticos. Admirables algunos como Brad Cohen, profesor de Primaria de Missouri que padece este síndrome y que ha hecho la película de su propia historia de superación en 2008: «Al frente de la clase». Una película que todo docente debería ver.

          Porque todos nuestros alumnos tienen algo que superar por pequeño que sea, algún miedo, algún pasado, algún fantasma. Porque todos tenemos tics, incluido el pequeño gesto que estamos realizando al terminar de leer este artículo.

De color son ellos

“No somos de color, somos negros. De color son ellos, que cambian más de color que el sol”. Ana Peleteiro habla con naturalidad, humor, sin sentido de lo correcto o no, con acento gallego fresco y sin pensar. Espontánea. Española, africana, gallega, de Guadalajara. Da lo mismo. Libre como una leona. Es la respuesta a los que exclaman ¡¿española?! cuando una persona no blanca gana una medalla para España. La respuesta a esos que solo cuentan las medallas de los blancos.

“Yo soy creyente, aunque no sea muy practicante de ir a misa todos los domingos. Pero yo soy creyente y me hizo muchísima ilusión estar en el Vaticano. De hecho, yo quería ir a la misa santa del Papa. Y me enfadé muchísimo porque el Papa la oficia los miércoles. Yo estaba toda contenta por estar el domingo en Roma e ir a la misa del Papa. ¡Y el Vaticano el domingo cierra, no está ni abierto! Dije: «No me lo puedo creer». Y justo el miércoles era el día que me iba a la costa Amalfitana y no pude ir a la misa del Papa. Una pena. Me haría ilusión porque este Papa me gusta mucho. Pero, bueno, para la próxima” (La Voz de Galicia, 23 May 2020).

Su referente, igual que el de Adriana Cerezo, es Rafa Nadal. Y ya se ve que este Papa también le encanta. Y su abuela gallega de la aldea, que era una crack. Y el libro que leyó de Marian Rojas. Creo que Tokyo-21 es lo mejor que nos está pasando desde el Covid-19.

Adrianey Arana