Los tics, no las tics

 

          Todos tenemos «tics». Agitar las rodillas, fruncir los labios, sacar la lengua concentrados, limpiarse una mota del hombro, rascarse la oreja. Los deportistas de élite tipo Nadal sufren muchos ya que los asocian a rutinas necesarias para el triunfo. Pueden llegar a ser manías o incluso supersticiones.

            Pero la enfermedad normal de los tics es el síndrome de Tourette. Puede darse en un grado variable, normalmente no muy alto, en forma de tics vocales y motores. A veces hay niños en las aulas con este síndrome que se da 3 veces más en varones. Suele ser motivo de bromas de compañeros si no lo conocen. Pero acaba siendo aceptado y hasta ameno.

            Lo único triste es que es uno de los motivos de burla en videos y redes sociales bastante generalizado fuera del ámbito escolar. Es banalizado como un trastorno divertido. Y no se percibe como algo ‘diverso’ (como otros trastornos) que además corregible. En los colegios se detecta pronto y con el trabajo del tutor y orientador suele ser aceptado.

            Los casos que conozco suelen tratase de alumnos trabajadores, responsables, buena gente, «majos», sinceros y hasta simpáticos. Admirables algunos como Brad Cohen, profesor de Primaria de Missouri que padece este síndrome y que ha hecho la película de su propia historia de superación en 2008: «Al frente de la clase». Una película que todo docente debería ver.

          Porque todos nuestros alumnos tienen algo que superar por pequeño que sea, algún miedo, algún pasado, algún fantasma. Porque todos tenemos tics, incluido el pequeño gesto que estamos realizando al terminar de leer este artículo.