Los padres quieren deberes (?)



Los padres quieren deberes (?)

Hay quienes aplican parámetros políticos de bipartidismo a la educación: colegios retrógrados y colegios “progres”. Otros usan los de la antigua lucha de clases: colegios de ricos y escuelas de pobres. También abunda la visión que distingue entre colegios con clases magistrales, niños disciplinados y castigos físicos, y colegios como huertas-taller de convivencia con metodologías cooperativas. Algunos colegas míos piensan que puedes ser un profesor “anclado en el lápiz y papel” o uno “lanzado a las TIC y al Ipad educativo”, pero no uno intermedio o ambas cosas. Y no digamos nada del cine (español), que solo ve escuelas católicas paranoicas y/o institutos con profesores más adolescentes que los alumnos y en mutuo noviazgo.

Recientemente también abundan los más extremistas que “opinan” que en los colegios debe impartirse todo “en galego,” (o catalá, o euskera) y la de los avanzados que no dudan de que los colegios deben servir una “relaxing cup of tea” todos los días a sus alumnos. O gallego o inglés. O lápiz y cuaderno o Ipad. O coeducación o educación diferenciada. O lección magistral o Youtube de los alumnos. No hay términos medios.

Pero lo cierto es que ningún colegio es blanco o negro. Ni siquiera la coeducación es real e igual en todos sitios, ya que en numerosas aulas, asignaturas y hasta carreras sólo hay mujeres o sólo varones. Y los denominados colegios de educación diferenciada tienen algunos cursos mixtos. La diversidad escolar actual es amplísima. Basta observar la rica realidad socio-educativa de nuestro país.

Muestra de ello es que hay centros en los que los padres no quieren deberes. Opción respetable y probablemente muy justificable. El problema es cuando pasamos a la visión sin matices e igualitaria: deberían prohibirse los deberes en todo el planeta.

Aquí hay 3 problemas. El primero es aplicar a la educación la visión simplista o dualista de los videojuegos infantiles: yo soy el bueno y los demás son los malos a los que hay que cargarse. El segundo es pensar que sólo existen los extremos y que no hay término medio, que la vida es más rica y diversa que PP y PSOE. Y el tercero es la manía de querer prohibir todo lo que no está de acuerdo con lo que uno piensa. Como dijo algún pensador, acabará la mayoría decidiendo matar a la minoría.

Hoy la enseñanza es tan rica o más que la sociedad a cuyos cachorros educa. No hay un profesor ni un colegio igual a otro. Tampoco sería bueno, porque cada escuela debe adecuarse al lugar y a los alumnos que tiene, debe gozar de casi total autonomía, como ya sucede en otros países que nos preceden en nivel educativo.

Hacer que todas las escuelas sean iguales es ineficaz, irreal y susceptible de abusos de los gobernantes. “No hay nada más peligroso que un profesor con un arrebato de disciplina”, me decía un viejo maestro. Pues de igual modo puede que no exista nada tan peligroso como un ciudadano con un arrebato de política educativa.