Damas y caballeros

«Decir que es una persona que nunca hace daño equivale casi a definirla. Evita todo lo que podría causar perturbación o inquietud en el ánimo de aquellos con los que le ha tocado compartir suerte; evita los conflictos de opiniones o de sentimientos, las reservas, las desconfianzas, los comentarios negativos o amargos, el resentimiento. 

Su gran tarea es hacer que cada uno se encuentre a gusto, como en su casa. No confunde nunca las críticas malévolas o las frases hirientes con auténticas argumentaciones, y no insinúa jamás lo que no es capaz de decir abiertamente. 

No le pesan los favores mientras los realiza y parece recibir cuando en realidad está dando. Nunca habla de sí mismo excepto cuando se ve obligado y jamás se defiende con una fea réplica. No tiene oídos para los chismes ni las calumnias ni tampoco se aprovecha de ventajas injustas”

Lo dice Newman del auténtico caballero, pero vale para la auténtica dama o mujer, para la verdadera madre o padre de familia, persona o maestro, ciudadano y ciudadana. 
 

Estefanía Laya es el seudónimo de la persona colaboradora.

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Venga, vamos

     No hay nada peor que estar enfadado. Por el motivo que sea pero sobre todo “porque sí”. Una vez intenté hacerle gracias a una niña que se me enfadó y cuando ya iba a reír, recordó “¡eh, que estoy enfadada!” y mantuvo su rostro severo como pudo.

 

Gabriela Keselman refleja en su cuento Cinco enfados los muchos motivos que tienen los niños para enfadarse. Y para desenfadarse. Al final vuelven a estar contentos también “porque sí”. A los niños les gusta este libro de palabras y frases acertadas que quedan en la memoria.

 

Enfadarse es un lío porque el final hay que desenfadarse. Lo que un niño hace "simplemente",  a un mayor le resulta complicado porque no se 'autoperdona'. Por eso al final no hay más remedio que “porque sí” y porque estar enfadado agota. Ni siquiera vale para educar.

 

Para corregir a un niño no es necesario enojarse. Basta mostrar un teatral disgusto. No es fácil, claro. Pero si se practica puede mejorarse. Como lo logran las mamás que se recriminan con lo de “es que estoy siempre riñendo”. Saben en el fondo que esa riña educa porque no es una bronca. Es aliento, apoyo, referencia. Es el “¡venga, vamos, vamos!” del entrenador que grita desde la banda durante todo el partido. Y al que final sacan en hombros por haberles dado la victoria.

 

*Estefanía Laya es el seudónimo de una persona docente de Primaria

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Érase una vez

Los niños tienen miedo a ser devorados. Si con la mano en forma de boca les dices que les vas a comer, pegan un gritito, se asustan y escapan. Realmente disfrutan con el placer del peligro. Si a Caperucita y a Hamsel y Gretel se los comen… hay suspense. 
     Quieren que les cuentes un cuento sobre eso. Que se lo cuenten sus papás, abuelas, tías y madrinas en el calor del hogar donde pase lo que pase en el cuento, no pasa nada, porque están arropaditos en casa.
     Lo que quieren en que "tú" se lo cuentes. Que hagas los gestos. Que repitas frases. Que inventes algo… A veces le pregunto a los niños: ¿leemos el cuento todos juntos, os lo pongo en youtube o queréis que os lo cuente? "¡Que lo cuentes!" Lo viven. Dickens reconocía haberse querido casar con Caperucita Roja.
Maria Tatar, profesora de Harvard, dice que todos creemos saber esas historias, pero somos incapaces de contarlas en su momento, por lo que hay leerlas para saber terminarlas y conseguir un final feliz para nosotros y nuestros hijos. Algo más que "érase una vez".

*Estefanía Laya es un seudónimo de una persona docente de Primaria

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Bambi, o sea, pero qué fuerte

El estreno de Bambi generó polémica. Muchos se opusieron a acudir por las duras escenas para niños. Era 1942, claro. La gran novela del judío Felix Salten relata la vida real de un cervatillo educado por su madre, con sus más y sus menos.

Walt Disney declaró «No creo que haya que aligerar los hechos para los niños, tanto en la vida como en el cine”. “A través de la observación de la naturaleza y la vida en el bosque, el hombre puede aprender mucho sobre sí mismo”. Como diría hoy alguno: «o sea, pero qué fuerte…» ¡Bambi!

Si observamos la educación que los animales brindan a sus crías, quizá descubramos una perspectiva saludable, natural y sensata. Y ya no digo fijarse en cómo educamos a nuestras mascotas, que también podría ser. He visto tratar a un caballo queridísimo de un modo muy duro, exigente y amable. Y siempre he notado una coherencia, paciencia, cariño y dedicación en la educación de nuestros perros que ya me gustaría para otros “animalillos”.

Pongámonos las pilas. “Hay que sentar ciertas bases cuando es pequeño. A partir de los cuatro meses ya está en disposición de acatar órdenes, como acudir cuando se le llama. La paciencia y la coherencia son pautas fundamentales para educarle y nunca hay que confundir disciplina bien impartida con autoritarismo exacerbado” (web canina).

De todos se puede aprender. También de los animales. “El animal vive muy pegado a la naturaleza o a Dios, sin saber nada de ninguno de los dos” (Félix Salten).

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No Child Left Behind

Un chiste corto me lleva a pensar en que nunca seremos iguales si seguimos igual. “Mamá, mamá, en el cole me llaman ´facebook’. – Y tú ¿qué les contestas? -Me gusta”. Y he aquí el quid de la pretendida equidad educativa.

 

USA implantó hace un siglo la ley NCLB (No Child Left Behind). Paradójicamente hoy en día el 60% de los alumnos abandonan los institutos americanos. No tienen problemas de inversiones. No. El lema de los marines de que “nadie se queda atrás” no se cumplió. No se logró que todos llegaran igual, que hubiera igualdad. Y es que USA es un país más militar que escolar.

 

Ken Robinson arremetió en 2013 contra esta famosa ley en su conferencia sobre el valle de la muerte en la educación. No se logra la equidad, no se logra la igualdad. La clave no se encuentra en las escuelas, en las leyes o en   los programas, y en que sean iguales para todos. La clave está en los niños. Y los niños son diversos. Dos hermanos son totalmente distintos, no son iguales. No digamos dos que no son hermanos o tienen procedencias e historias distintas. La respuesta está en cómo nos adaptamos a su diversidad, a su curiosidad y a su creatividad. Es decir, cuanto más desigualdad, más equidad. Y nadie quedará atrás. La niña bailarina no repetirá curso por no parar quieta en clase.

 

El Informe de la OCDE sobre alumnos desaventajados (Low-performing students…) insiste en considerar importante en un país la diversidad, la libertad, la autonomía curricular y la existencia de centros concertados. La variedad no es lo malo. Como decía Guardiola: “ En eso Mourinho y yo somos gemelos, ambos queremos ganar títulos”.

* Estefanía Laya es un seudónimo de una persona docente de Primaria.

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