Bambi, o sea, pero qué fuerte

El estreno de Bambi generó polémica. Muchos se opusieron a acudir por las duras escenas para niños. Era 1942, claro. La gran novela del judío Felix Salten relata la vida real de un cervatillo educado por su madre, con sus más y sus menos.

Walt Disney declaró «No creo que haya que aligerar los hechos para los niños, tanto en la vida como en el cine”. “A través de la observación de la naturaleza y la vida en el bosque, el hombre puede aprender mucho sobre sí mismo”. Como diría hoy alguno: «o sea, pero qué fuerte…» ¡Bambi!

Si observamos la educación que los animales brindan a sus crías, quizá descubramos una perspectiva saludable, natural y sensata. Y ya no digo fijarse en cómo educamos a nuestras mascotas, que también podría ser. He visto tratar a un caballo queridísimo de un modo muy duro, exigente y amable. Y siempre he notado una coherencia, paciencia, cariño y dedicación en la educación de nuestros perros que ya me gustaría para otros “animalillos”.

Pongámonos las pilas. “Hay que sentar ciertas bases cuando es pequeño. A partir de los cuatro meses ya está en disposición de acatar órdenes, como acudir cuando se le llama. La paciencia y la coherencia son pautas fundamentales para educarle y nunca hay que confundir disciplina bien impartida con autoritarismo exacerbado” (web canina).

De todos se puede aprender. También de los animales. “El animal vive muy pegado a la naturaleza o a Dios, sin saber nada de ninguno de los dos” (Félix Salten).

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