Todo irá bien

     "Todo irá bien, y todo irá bien y toda clase de cosas irán bien". Esta famosa frase repetida cuando todo va mal es de Juliana de Norwich, la primera escritora en lengua inglesa. Mística y feminista para católicos, anglicanos, luteranos y para todos los que sin saberlo la ponen en boca de policías, médicos o soldados. Rafa Nadal también la repite.

     Mujer que sufrió lo indecible pero que veía la peste negra y los desastres religiosos y políticos de su tiempo no como un castigo sino como una herramienta del amor de Dios. Teóloga joven y optimista que vivía en su celda con un gato para espantar a las ratas, su único enemigo.

     Lo digo porque mañana es martes 13 y algunos se empeñarán en deconstruir (como dice Francisco en su recientísimo Fratelli Tutti), en decir que perdono, pero no olvido… Y no piensan, como decía Juliana que "Dios no perdona, ama".

(El cuadro es de la grandísima pintora californiana Amy Zaleta).

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menores con «m»

     Que dice Irene Montero que van a quitar la necesidad del permiso paterno para abortar a los 16 años. Ser profesor de la ESO en España no debe ser nada fácil. Tengo que informar a la madre de esta alumna de que si su hija lo desea puede abortar cuando le venga en gana, pero que, sintiéndolo mucho, necesita una autorización materna para la visita cultural que haremos al museo local. Puede solicitar su eutanasia si lo desea sin consentimiento de ella misma, pero necesito rellenar un protocolo de siete folios para darle en el colegio el jarabe para la tos. La niña puede ir al parque de enfrente y dejar la basura del botellón esparcida hasta que la recoja la limpieza local, pero debe aprender que en clase no se tiran papeles en el suelo. Aquí los Menores llevan la m y los mayores la M.

     Lo siento, señora, pero la educación es una cosa y la vida real es otra.
En el colegio hay unas normas porque aquí es su hija pero fuera del horario escolar no lo es. Fuera, ellos deciden. Aquí -le digo- nos proponemos sacar adelante con todo tipo de apoyos, refuerzos y orientación a los niños con graves conductas, deficiencias, síndromes y necesidades educativas. Luchamos por ellos, porque en un colegio un niño es una persona. Si a usted no le parece bien, aborte a su próximo embrión al que detecten una anomalía. Pero no le dé la oportunidad de llegar a ser alumno, porque entonces vivirá y usted tendrá problemas, porque será madre. Y yo profesor. Por eso a los niños les enseñamos a resolver problemas, no a eliminarlos.

     Le tendré que decir: mire, señora, es cierto que ustedes paren y ustedes deciden, pero ese feto suyo, consecuencia de un descuido, es ya un alumno mío porque está aprendiendo desde el seno materno: nos está oyendo. Y si le pongo ahora mismo determinada música -con su autorización, claro-, puede llegar muy lejos, podría llegar a amarla a usted y a poner una rosa y a verter una lágrima en el funeral de su madre… y en el mío quizás.

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23 galegos

Los profes solemos tener aulas de 25 como mucho. A estas alturas ya me sé lo nombres y las caras o mascarillas de los míos. Lo que no sé es a qué clase fueron estos otros 23 de los que voy a dar los nombres: Jaime, Joaquín, Ana, Javier, Ana Belén, Celso, Marina, Adolfo, María Olga, Guillermo, Ángeles, María, Diego, Javier, "Yolanda", Marta, Tristana, Valentina, Pilar, Pablo, Montserrat, Antón y Néstor. No creo que vaya contra la protección de datos publicar los nombres de los 23 diputados gallegos en Madrid, alguno de ellos maestro, por cierto.

     Su misión principal consiste en votar sí o no. Se les supone inteligencia, experiencia y conciencia para darle al botón verde o al rojo. Alguno suplirá la inteligencia con la experiencia y otros la conciencia con la inteligencia. Pero si tienen que votar a que a partir de ahora “la vida puede decaer en favor de los demás bienes” y que no existirá “un deber constitucional de imponer o tutelar la vida a toda costa”, ¿a qué botón le van a dar? Porque esto más que un botón es un “votón”. Estamos hablando de vida o muerte… como en el "hemicirco" romano, no de ERTEs y cosas de esas.

       Y eso es lo que afirma la Proposición de Ley que me he leído y que regula la eutanasia. ¡Diputados, morituri…! Y dadle al botón rojo, por favor, porque si le dais al verde, pensad que nunca nadie os dará ni siquiera las gracias, ni las víctimas ni sus familias, porque la Disposición adicional primera dice con la boca pequeña que esta muerte “tendrá la consideración  de muerte natural” (!?) a todos los efectos. O sea, que no pondrá “eutanasia”, ni habrá transparencia en la muerte "digna". Pero no tenéis el botón azul al que solemos darle los galegos… Sólo rojo o verde. Vida o…

Foto: Telecinco

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A que no me reconoces

Semana y media de curso escolar. Nuevo cole, nuevos niños. Pero ya nos conocemos sin habernos visto las caras. Un simpático alumno de 5 años se baja un segundo la mascarilla y todo ocurrente me pregunta jugando “¡A qué no me reconoces sin mascarilla!” Le tengo que seguir la broma: "¡Anda, a ver… póntela… ahora con ella…sí: Fulanito!”
 

Ya nos conocemos por los ojos, por el pelo, por los gestos… no sé, no nos los planteamos, somos nosotros. Me decía ayer mi peluquero que el estheticienne se está forrando a hacer sólo cejas de chicas. Claro, es lo que se ve. (Yo no me las hice… sólo corte). Y también veo que se están redescubriendo la fotos de miradas tipo portada del National Geographic del 85 (de Steve McCurry).

Si es tan fácil ver y y es tan difícil ocultar ¿por qué  falta tanta comunicación y hay tanta excusa para comprendernos? Los ojos son el espejo del alma. Sobran la mueca y las caras tristes y serias de todos los y las modelos, las dentaduras perfectas, las barbas de los hipsters y hasta los abrazos del neo-sentimentalismo. La comunicación corporal es más de palabras y de miradas, más de gestos de amabilidad, de mensajes y de humor. Sobra mucho cuerpo y falta corazón.

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NM y colegios

Un afamado artista gallego me confiesa que los niños son los visitantes preferidos de su museo. Hacen las preguntas ingenuas y correctas obligándote a poner la cabeza en su sitio. Los niños hacen la vida real.

 

Sólo llegaremos a la NM (nueva normalidad) cuando los niños entren en juego y vuelvan al colegio.  Su actitud templará nuestras histerias. Equilibrará nuestros miedos y dará respuestas a este modo de vida del que sólo conocemos lo que nuestras calenturientas o frías mentes han diseñado como NM.

 

Necesitamos la perspectiva adecuada y el tono alegre que aportan los niños. «En esto consiste la felicidad que dan los niños, en que con cada uno de ellos las cosas son creadas de nuevo y el universo es puesto de nuevo a prueba», concluía Chesterton, que terminaría seguramente con un ‘and welcome back to school’.

Foto: stnonline.com

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