Entre comillas

 

Micro-diálogos captados en el paseo marítimo sin auriculares en las orejas «andando rápido con ropa de deporte” (acaba en «ing», pero no sé cómo se denomina en «anglo-coruñés»):

Adelanto a una pareja sesentera vestida “en plan decathlon»:

 – …ella es Susana, como yo.

– ¿Ana? -contesta él.

– ¡Como yo!

– ¿Susana?…

Papá y niña de 6 años “aprox” en sendas bicis por la senda de las bicis:

– ¡Hala, venga, adelántame ahora! -anima él todo «empático».

– ¡Papá, es que estoy enfadada!

          Diviso la Torre de Hércules y tres orondas señoras tan alejadas de su coche que llegaba el “plip” del mando. Parecían ufanas cuando me las cruzo y la más… «basculante» se justificaba de sus resoplidos:

– Pues no os creáis, niñas, que yo en Madrid me hago 10 ó 12 kilómetros todos los días… tengo una aplicación, la pongo y venga…

          Una pareja de dos, porque hay parejas de muchos tipos. Esta era de dos personas: el “mítico” abuelo joven reñido por una mujer sin edad numérica ni por «aprox»:

– … y si no termina el bocadillo, no sale ¡y ya está! -se debía de referir a alguna «chica-chico» «en plan rollo adolescente» a la que alimentan con bocadillos.

– … ya pero ¿por qué en el colegio come todo y aquí no?… eso es lo que hay que preguntarse.

          «A ver», que conste que todo esto podría ponerse «entre comillas», ya me entendéis.

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Boarding

     Es normal estar un poco nervioso el primer día de cole. Un virus ha atacado el planeta Tierra y ningún humano ha ido al colegio en medio año. Pero unos valientes niños de nuestra galaxia y sus profesores se están preparando para realizar un viaje diario a sus aulas con un equipo y una preparación nunca vistas.

 

     Los profesores se han vuelto medio robots y a veces no se les verá la cara ni la sonrisa, pero iluminarán el camino a seguir y tendremos a los niños mejor preparados de nuestra civilización para defenderse por su cuenta y hasta para colonizar otros planetas… ¡me pido Marte!

 

     Seguiremos unas normas muy estrictas dentro de la nave nodriza: protocolos e higiene en puertas y escotillas y en cada burbuja y solo se podrá salir con nuestros equipo de protección a prueba de virus. O para volver cada día a la casa-hogar de la que han despegado por la mañana y quitarle el miedo a sus padres y darles un beso totalmente homologado.

 

     Padres, tranquilos, no metáis miedo a los niños y hacedles ver que la vida es bella.

 

Foto: Lost in the space

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Teclados

     En algunos estados de USA escribir a mano ya no es parte del curriculum escolar. Puede asombrarnos, pero en los hogares españoles nadie escribe a mano. No leemos una nota a mano en el trabajo ni recibimos cartas o postales, ni los hijos nos ven usar un boli. Nada.   

 

     Dicen algunos escritores: “Si quieres aprender, escribe a mano. Si quieres trasmitir, escribe a máquina” (como estoy haciendo yo). Es la realidad y hay que aceptarla. Si no, seremos como la gente que en las redes sociales se manfiesta en contra de las redes sociales.

 

     La escritura manual (aunque sea con mala letra) es buena en los primeros años porque es una manera de hacer tuyo el lenguaje escrito en sentido profundo y cambia el desarollo del cerebro.

 

     Pero la mecanografía “a ciegas” es buena para el desarollo del cerebro ya que los niños necesitan “las dos manos” para teclear y formar una única palabra. Es una escritura más corporal y “manual” en el fondo.

 

     Los alumnos con dificultades consumen un exceso de atención y trabajo en producir letras manuales en detrimento del contenido o de la idea, sugiere también algún experto. 

 

     O sea que empeñarse en que los niños escriban a mano no está mal, y han de hacerlo bien. Pero igualmente deben aprender cuanto antes a escribir con teclado y muy bien y a expresarse así. Escribir sin pensar para pensar escribiendo. Las más bellas baladas se tocan a dos manos sobre un teclado de piano. 

 

(Gracias. Por favor, los comentarios mejor a mano o por audio).

Foto: pixabay

 

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De boya en boya

Los socorristas de Miño ayer anduvieron hablando de mí. Porque “ese tío lleva un rato nadando en el límite de la zona de baño”. No pretendía ponerles nerviosos, tan sólo nadar tranquilo de boya en boya por tener una referencia. Los choscos necesitamos ver algo grande para situarnos.

 
Fuera del agua mis referencias no son boyas, son personas… sobre todo ahora que nadamos en un mar de incertidumbre. Bueno, y libros.
Por cierto, el agua estaba a 22º. Ánimo, socorristas, que tenéis mucho chollo.
Foto: navalchicolino.com
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Confianza

La socorrista me ha mirado atónita: un tío se mete a nadar en la piscina con mascarilla. Me di cuenta tarde, salí y la escurrí y alguno sonreía. Ridículo. Me consuela pensar que mi despiste haya servido al menos de ejemplo.
Tenemos que recuperar la confianza en quienes están tomando decisiones en todos los ámbitos. Hay muchos que esparcen la duda: "¿quién os ha dicho que no podíais comer… sin mascarilla? Se equivocan, no dan ayudas, no nos piden opinión, no hay datos… están locos". Como decía el otro, cuanto peor, mejor para él…
Confiemos en ellos. En que el otro también quiere. Estemos unidos en las grandes crisis. Asumamos decisiones y cambios. Así juntos levantaremos lo que sea. Podemos dar una opinión discreta e inteligentemente sin sembrar el pánico desde un tractor vestidos de Drácula, como los de Lepe. Confiemos: a veces es una nimiedad lo que impide la unanimidad. Y otras creer que no es saludable cambiar de opinión.
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