La voz interior

Me repetían en la escuela que el que mucho abarca poco aprieta, que era inconstante, lento, de letras y hasta que prometía como lanzador de disco (!). Vale.

Pero eran mis padres quienes me definían, a favor o en contra de la realidad, y defendían. Me creaban una elevada autoestima, que no autoconcepto porque de hecho luego me la pegué. Pero tenía y podía salir adelante: si había gente que creía en mí, yo creía en mí.

Esa voz interior no es lo mismo que la conciencia o Pepito Grillo, ni el “conócete a ti mismo”, sino la grabadora de la infancia, según Marian Rojas.

Una experta recomendaba ayer construir la “voz interior” de los hijos o alumnos. Decirles, hablarles, repetirles. Truco: estar en casa. 

ADRIANEY ARANA  ·   Foto de Jan Kopřiva en Unsplash

La vuelta al cole

ERNESTO LÓPEZ-BARAJAS.-   Hablaba con un amigo después de las fiestas patronales de mi ciudad de la vuelta a lo ordinario, al trabajo normal. De cómo cuesta. Del esfuerzo que hay que hacer. Veíamos que depende de cómo te lo tomes, de tu carácter, del sentido con el que lo haces, de procurar ser “buena gente” y de tener sentido del humor. Como algunos currantes, trabajadores buenos. De esos que te ponen la gasolina con una sonrisa, mientras te cuentan un chiste o gastan una broma. Te ríes y afrontas el viaje de otra manera.

 Como dice un poeta: “Una sonrisa es la mejor mecedora para el ánimo ajeno y la alegría su más cálida chimenea, y se pueden ofrecer al prójimo en todas las circunstancias”. También lo confirman las neurociencias: una carcajada de corazón aporta a nuestro cuerpo y a nuestra psique muchos más beneficios que muchas medicinas.

Se trata de intentar ser “buena gente” como dicen los del sur. Y eso se puede entrenar: día tras día, buscando con cuidado lo bello y el bien que pasa a nuestro lado, predisponiendo la mirada hacia la parte positiva de los demás, aprendiendo a dejar pasar la molestia de los pequeños y grandes contratiempos sin permitir que nos arruinen la jornada, viendo con sentido del humor la fragilidad y extrañeza de lo humano.

Foto de Andrea Piacquadio – pexels

Begin the Beguine

ADRIANEY ARANA.-  La niña cumplía 1 año y le soplamos “la vela”. Su hermanita algo mayor aplaudía feliz mientras me preguntaba: “¿a que te gustan los cumpleaños de mi hermana?” No sé, quizás la primera vez para un niño es lo mismo que las siguientes. Todo es nuevo y siempre. 

A lo mejor por eso pueden ver veinte veces el mismo video y tan entusiasmados como la primera. Hay algo atemporal en la infancia. Todo lo repiten y todo lo esperan. Son felices «preparándose» para los Reyes, para su cumple, para estrenar pantalón con bolsillos este curso.

La vuelta al cole en septiembre es una gran fiesta, un sueño sin dormir y, por otra parte, una loca jornada de fotos y videos de los papás. 

Últimamente también me sorprende ese día la ”vuelta a casa”: familias agolpadas a las salidas de los centros casi con banderitas y larguísimos abrazos para recibir a los recién graduados del primer día de clase. 

Los informativos abren con imágenes de la jornada y la política queda relegada a su sitio: el segundo plano. Porque en el fondo la vuelta al cole es la vuelta a todo. Una oportunidad para volver a empezar y bailar mejor. Begin the Beguine.

Foto de Maarten van den Heuvel en Unsplash

VisualThinking

ADRIANEY ARANA.- “¿Esto lo haces siempre?”, pregunté alucinado a la colega del asiento de al lado. Mientras un “experto” nos disertaba sobre educación en un teatro enorme, yo miraba de reojo y boquiabierto (o sea, flipando) el despliegue de dibujos y flechitas con las que mi compañera visualizaba en su tablet el «bla,bla,bla» del experto. Y entonces vi que lo era (experto) y que me lo estaba perdiendo.

Miniaturas y caritas, frasecitas y texturas… formaron un esquema denominado visualthinking que desde entonces practico para escuchar pensando. He descubierto que si elaboro uno con los alumnos para cada unidad, se les queda todo.

Un estudio sobre “el estudio en secundaria” publicado por El País este verano concluye que las técnica basadas en la «elaboración», es decir, estrategias de tratar de entender lo que se estudia, son las que tienen más eficacia. 

Dibujar y diseñar lo que oyes es pensar y elaborar. Y hoy el pensamiento es casi visual. Si no lo ves así, estás en tu derecho, pero es que no lo entiendes. Yo “ahora lo veo”. Y más en este mes de septiembre en el que busco skills para el back to school.

Foto: Philippe Boukobza

Llaves especiales

MANUEL RODRÍGUEZ «RODRI».- Le llamó la atención un letrerillo del pequeño escaparate: Llaves especiales. Era raro que hubiera llaves en aquel local y menos que fueran especiales. Intentó atisbar el interior pero el gastado cristal se lo impidió. La curiosidad le pudo y entró.

Un dependiente de pelo canoso y mandilón azul lo recibió tras un raído mostrador de madera y cristal. Con su cara colorada, el hombre podría ser un herrero fundiendo llaves en su fragua. Pero no, allí no había ninguna fragua ni se veían llaves.

Preguntó: “Ahí fuera he visto un letrero que dice llaves especiales, supongo que será un error”.

“No, no es un error” -respondió el hombre- “¿Para qué quería las llaves?”

Seguía sin entender pero decidió seguir el juego y le respondió con un vago “pues las quería para varias cosas, pero, exactamente, ¿qué llaves especiales tienen?”.

“Pues verá –dijo señalando debajo del cristal del mostrador- esta abre la sonrisa; esta abre varias puertas que llevan al miedo; esta permite pasear por las palabras del amor; aquella…..

Salió de aquella escondida librería de segunda mano con cinco libros bajo el brazo. O quizá fueran cinco llaves especiales.

Foto de Susan Holt Simpson en Unsplash