«Soy vegano, pero no practicante» dice un conocido mientras se toma un chuletón. Pero lo es y muy creyente.
También los adolescentes «sostenibles», seguidores de Greta Thunberg y que reciclan botellines en el instituto son los que dejan toneladas de plástico en el botellón cada fin de semana. No son muy practicantes. Son defensores del medio ambiente, pero no lo defienden.
Y esta es la paradoja de algunas convicciones y aprendizajes: son humo, redes sociales, selfies, instantáneas efímeras.
Parece que donde haya un chuletón y un botellón no hay nada que hacer. Pues si hacemos la enseñanza más «real» y nuestra vida menos digital, quizá descubramos que la virtud es la realidad. Y lo demás es postureo.
Adrianey Arana
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