Los funcionadores

Serie Thoug Young Teachers (BBC)

Lo mejor del joven profesorado español es su capacidad de convivir con dos leyes diametralmente opuestas sin inmutarse. Técnicos y profesionales de alto nivel que cuando suena el timbre actúan y les da lo mismo lo que diga la ley.

«Thoug young teachers», pueden aislar en segundos al que sufre una complicada alergia, entregar o no al niño a quien posea su custodia, cumplir un protocolo de salidas-comedor-ruta-refuerzo-tutoría o saltárselo porque sí para que todo funcione. Y mantener la calma y el orden cuando una velutina entra en clase.

Ese es el profesor actual: una persona que hace que todo funcione. Da lo mismo si hay un incendio, un simulacro, un asalto el centro, un libro que no dice nada, una wifi que va o no. Tú le metes a un profesor 25 niños en un aula y funcionan.

Los niños entran y salen con orden, piden su turno, conviven, van al baño, son escuchados, se entretienen y aprenden. El profesor combina como creativo barman un cóctel de ilusión y ganas, con un poquito de rutinas y unos dedos de improvisación. Lo demás es queja y paja: ley, inspección, burocracia, libros, materiales, programaciones curriculares.

Veo cada año profesores jóvenes capaces de enseñar, ser queridos y respetados, innovar, renovar y conservar maneras de que los niños aprendan más que nunca. Hacen que programar un robot parezca fácil. Hablan en inglés porque hablan inglés. Reciclan y son cívicos. Controlan el uso de los móviles, alejan los acosos, afrontan los problemas familiares y las conductas disruptivas.

Son una mezcla de médicos sin fronteras, miembros de operaciones especiales, traductores de idiomas on-line, madres, entrenadoras, abogados, community managers, jueces estrella y maestros de zen.

Da los mismo si entre los 25 alumnos hay síndromes variados, inmigrantes recién llegados, hiperactivos, altas sensibilidades, alérgicos a casi todo o a algo muy concreto, anoréxicos, adictos a algo, tímidos, nuevos, chulitos o lesionados con muletas que necesitan coger el ascensor del centro a todas horas.

Da lo mismo si al salir de clase los niños o no tan niños fuman, beben, ven YouTube a todas horas o nadie les hace caso o les hacen demasiado caso. Si su familia es rica o pobre o no tiene.

Ayer un pequeño me explicó que traía una goma de borrar que iba a flipar. Es un juguete famoso pero que sirve para borrar. Cree que lo fabrican metiendo esa cosa en una “funcionadora” y luego ya sale sirviendo para algo, por ejemplo, para goma de borrar. La “funcionadora” -según él- convierte todo lo que le metes en algo más, no sólo en un juguete o adorno, sino en algo que sirve para trabajar o “para servir”.

Pues esa es la virtud del actual profesorado español: hacer que, a pesar de los obsesivos titulares -que no noticias- alarmantes sobre la juventud y la educación, de nuevos vagones «silencio» de tren, de vuelos y restaurantes que no admiten niños, a pesar de eso, todos esos niños funcionen desde hace unos días. Estos son los teachers de hoy: los expertos contra el desánimo, los vigilantes de que la esperanza funcione.

Foto de Thoug Young Teachers

Somos profesores

Soy maestro, tengo 60 años y la misma ilusión de volver a las clases que el primer día que empecé en un colegio de Feáns.

No sé por qué. No hago nada especial para ello. Me gusta escuchar a los niños, aprender de mis colegas, cruzarme con las familias y remar con el equipo directivo. Hasta me gusta dar clase (como otros darle al bisturí o dar noticias al periodista), vigilar patios y hacer sustituciones.

Se dice que los profesores están quemados, que los alumnos son rebeldes y los padres conflictivos, pero se dice. Creo que es una exageración  de las redes sociales y de los clichés de los “opinadores” profesionales ajenos a la profesión. Porque la escuela ha cambiado mucho para bien en estos años. Y hay expertos que lo pueden demostrar. 

Siento decir que me siento contento y que, aunque objetivamente ser maestro no es la mejor profesión del mundo, para mi sí. Soy profesor.

Dar clase tiene un poco de todo: de psicólogo, sanitario, actriz, de entrenador, payaso, político, de policía, conserje, limpiador, de programador, abogado, traductor, azafato, guionista, decorador, o de productor musical, agricultor, veterinario, madre, padre, tío y algo de profesor. 

Y sinceramente pienso que las vacaciones escolares en este país son demasiado largas. Lo afirmo en mi contra pero a mi favor. Son tan desordenadas y excesivas que gran parte de los veranos se convierten en un lío para las familias en lugar de un descanso.  

Pero ya por fin, después de 78 días sin ver a los alumnos y 86 páginas de LOMLOE, que me tragué entera con sus 99 artículos -¿por qué no redactaron 100?-, cosa que recomiendo para opinar, puedo volver a clase, abrir la puerta y sonreír.

Foto de Alice Dietrich en Unsplash

Joseba, maestro de maestros

Ayer falleció Joseba, maestro de 1º Primaria en Montecastelo (Vigo). Colega y amigo, con carpeta de Dropbox compartida. Había creado “Catedráticos 1º Primaria” y “1º Primaria Celta-Depor” para pasarme recursos, aunque él decía «para compartir». Hablamos mucho de niños y padres durante los últimos veranos. Nos unía también el haber nacido en el 61, una cosecha excelente.

Me animaba a ser exigente con los niños y con los padres. Era duro, pero alumnos, familias y compañeros le adoraban. “Yo les pongo este video a los padres a principio de curso (enlace) y les digo que se fijen en el padre, no en el niño”. A los alumnos de 1º les enseñaba a llevar una carpeta vacía a casa todos los días. Cuando ya se acostumbraban y se emocionaban les ponía ahí los deberes. Y les motivaba y exigía a usar diariamente una agenda escolar en la que apuntaban ellos y sus padres. Algunos sin casi saber escribir todavía.

Ordenado y trabajador. Me enseñó a llevar muchos controles de seguimiento de los alumnos. Le llamaba, le mandaba fotos de mi aula y él de la suya. Me resolvía dudas. Me aconsejaba por el móvil. Sabio, mago de magia de verdad. Con un canal de youtube que los niños seguían en el confinamiento… y los padres y los amigos.

Se nos ha ido al Cielo de repente. Alguna broma hará con esto desde allá arriba. Me consuela que me haya dejado tanto y la esperanza de seguir «compartiendo» cosas en «la Nube».

Adrianey Arana

«Confío en los profesores de este país»



"Confío en los profesores de este país"

Así me lo dijo ayer una chica con un aro en la nariz, madre de dos niños. Peluquera. No aprendió a leer hasta los 12 años. En la escuela unitaria de su pueblo no lograron más que eso. Luego salió para adelante, pero no quiso estudiar porque le daba miedo.

Hoy es una joven mamá de dos niños. Volvió a tener miedo cuando llevó al mayor al colegio público de su barrio… con su camiseta negra y su aro en la nariz. Pensaba que empezaba un calvario. Pero no. El mayor de 6 años ya sabe leer, habla y estudia en inglés, le gusta el colegio y es feliz. Y todo va bien. Y las profesoras se implican y tienen ganas, y tienen proyectos. Y son personas normales que trabajan bien y en acuerdo con los padres.

Ella está feliz. “Confío en los profesores de este país”, afirmó tranquilamente mientras me cortaba el pelo. “Todo ha cambiado. Es otra cosa. La gente no lo sabe, pero los profesores son muy buenos”.

Menos mal que la escuela en España funciona al margen de los políticos, porque si no, estaría como ellos creen que está, necesitada de constantes cambios y reformas de no se sabe qué. Desaciertan y vuelven a desacertar con el prejuicio de que Pisa…, la religión…, el fracaso escolar.

Si se asomarán a una escuela de barrio o al twitter o a los blogs de miles de maestros jóvenes verían que la educación está cambiando, ha cambiado y nadie lo sabe, salvo la gente real, claro.

4 consejos para educar a tus alumnos



4 consejos para educar a tus alumnos

  1. Llámales por su nombre, nunca por el apellido. El nombre está muy pensado por sus padres, está personalizado para ellos y para ti, porque son personas personalizadas.
  2. Háblales como si fueran amigos, no les grites. Los alumnos responden al tono, no a las palabras. Son tus compañeros de trabajo.
  3. Piensa qué debes hacer para que lleguen más lejos que tú; nunca admitas una “etiqueta”, ni la escuches.
  4. Sácalos adelante, a pesar de ellos mismos, a pesar de su entorno, a pesar incluso en ocasiones de sus padres. Son “tus” alumnos, los únicos que tienes, y quieres que aprendan, y quieres que aprueben, y ¡logra que aprueben! Y nunca dejes a nadie atrás.