Las mejores

Lo sé porque tengo datos. La mujer es superior al hombre. No tengo ni idea de cuestiones de género pero algo sé de este género de cuestiones. En mi sector el 97% del profesorado de Infantil y el 81% de Primaria somos mujeres. Digo ‘somos’ porque quizás por ese porcentaje y por mi nombre la mayoría de las cartas y de la publicidad escolar que recibo van dirigidas a “Profesora”  o “Srta” o “Doña Adrianey”.

Por otra parte, el 100% de mis hermanas, madrinas y primas son mujeres, y si cuento a los primos… casi seguimos igual.  Y cuando hablo con alguien a la salida del cole resulta que ese alguien suele ser mujer. 

Las mujeres nos dan mil vueltas a los humanos. Lo comento cuando encuentro algún hombre por ahí. Repito: en mi profesión van muy por delante día a día y piensan todo antes, más y mejor. Mis hermanas hacen todo mejor y más sin pensarlo. Mi tía ya es de otro planeta con vida más inteligente. Porque esa es otra: poseen inteligencias múltiples y métodos de comunicación no sofisticados pero muy efectivos. Hacen, callan, hablan, coordinan, quieren, sienten y sonríen mejor que los que no son mujeres. ¿Por qué? No lo sé. No conozco a nadie que diga que somos iguales.

“Es que tú vives en una burbuja”, me puede contestar alguno. Y le digo: hoy en el mundo ya no hay burbujas, salvo en los coles ahora, claro. Y menos con mujeres. Todas las que llevan tiempo siendo mujeres te lo pueden explicar. Lo que pasa es que los varones todavía creen en las burbujas.

Y si alguno piensa que hoy escribo por hacerles la pelota y salir vivo de este aniversario, le diré que no. Y si así fuera, más a mi favor. Felicidades a las mejores.

Perseverance

Mi padre nos obligó a ver la tele a las 2 de la madrugada para asistir a la llegada del hombre a la Luna. Yo tenía 7 años. Nos dijo que aquello era historia. Y lo fue.

Anteayer el ambiente del colegio era parecido con la llegada del rover Perseverance a Marte. Los niños tenían la sensación de algo importante. Se mostraban interesados  descubriendo el sentido de sus estudios: el Solar System, el inglés, la programación y la robótica, las matemáticas, el esfuerzo, el trabajo en equipo y la perseverancia. 

Son los valores que la NASA transmite con los nombres de sus robots elegidos siempre por niños en un concurso de redacción. El anterior fue igual: el Curiosity. El dron alojado ahora en su interior y que sobrevolará la superficie por primera vez se llama Ingenuity. Valores o virtudes o como le llames.

Allysa Carson, la que desde niña se está preparando para ir a Marte en 2031 afirma que “si la opción es no regresar a la Tierra y colonizar el planeta, estaría dispuesta». Dejaría atrás a su padre, Bert, el hombre que ha impulsado su sueño. «Él sabe que todo esto es más grande que nosotros dos».

Seguro que Allysa lo logra. Estudia ya en la Universidad Internacional del Espacio que dirige Aldrin, uno de aquellos primeros hombres que pisó la Luna en el 69.

Ojalá surjan más jóvenes con ese coraje. Sin embargo, lo que se necesita para eso, no son grandes proyectos promotores del talento ni más Allysas que descubran nuevos mundos, sino más padres como Bert. Padres que den alas a la libertad de sus hijos y la respeten porque antes han sabido animarles a que tengan sueños, no solo buen comportamiento y buenas notas.

Damas y caballeros

 

«Decir que es una persona que nunca hace daño equivale casi a definirla. Evita todo lo que podría causar perturbación o inquietud en el ánimo de aquellos con los que le ha tocado compartir suerte; evita los conflictos de opiniones o de sentimientos, las reservas, las desconfianzas, los comentarios negativos o amargos, el resentimiento. 

Su gran tarea es hacer que cada uno se encuentre a gusto, como en su casa. No confunde nunca las críticas malévolas o las frases hirientes con auténticas argumentaciones, y no insinúa jamás lo que no es capaz de decir abiertamente. 

No le pesan los favores mientras los realiza y parece recibir cuando en realidad está dando. Nunca habla de sí mismo excepto cuando se ve obligado y jamás se defiende con una fea réplica. No tiene oídos para los chismes ni las calumnias ni tampoco se aprovecha de ventajas injustas”

Lo dice Newman del auténtico caballero, pero vale para la auténtica dama o mujer, para la verdadera madre o padre de familia, persona o maestro, ciudadano y ciudadana. 
Estefanía Laya es el seudónimo de la persona colaboradora.

Las madres siempre tienen razón

Un niño tiene que ser feliz. Tener que aprender es secundario. Pero si es feliz aprenderá más. 

Quién sabe si el niño está contento es la madre. Y si es así, ella estará contenta. Y si  una madre está contenta, el niño aprende.

La conexión de una madre con su hijo es tan grande que su cerebro es distinto. “El vínculo de apego afectivo y emocional forma parte del proceso biológico natural. Con el embarazo el cerebro de la mujer cambia, estructural y funcionalmente, al responder a las consignas básicas que recibe del feto. Este vínculo se refuerza con el parto y la lactancia porque se potencian los circuitos neuronales más fuertes de la naturaleza al compás de la oxitocina” (Dra. L. Moratalla).

Cuando hace años alguna madre me decía en tutoría que su hijo era muy listo a pesar de tener constantes suspensos, pensaba que le cegaba su amor de madre. Los resultados a lo largo de la vida les han dado la razón, de una u otra manera.

Ahora ya cuando alguna madre me contesta “pues yo estoy contenta” ante mi duda de si estamos avanzando con su hijo, pienso que con eso está dicho todo. Porque además el amor de una madre no ciega, sino que hacer ver. El amor da luces, ilumina al maestro.

Las madres, como decía César en Los idus de Marzo (de Thorton Wilder) son ‘una de las 6 columnas que sostienen Roma’. Hay que escucharlas, si quieres ayudarles a educar a sus hijos. 

Se equivocan a veces si te proponen determinadas acciones de aprendizaje, porque no es esa su profesión. Eso le toca al profesor. Si se meten a dar instrucciones al maestro o a organizar el colegio pueden y suelen equivocarse. Y pueden equivocarse en la forma de educar a su hijo. Pero en lo que no se equivocan nunca es en quién es su hijo, y en eso hay que escucharlas. En eso las madres siempre tienen razón.

 

Gracias mamá por el 21N

 


Gracias mamá por el 21N

Mi madre me fue a buscar a París el 21N.

Y tal día como hoy salí a la luz pública. Nací. Tuve esa suerte. Me cuidaron mi madre y mi padre y mi madrina y una chica que me enseñó a hablar portugués. Luego crecí y empecé a trabajar, y hoy cumplo 53 tacos.

Desde hace ‘tacos’, este día llamo a mi madre prontito para felicitarle: gracias, mamá.

Es el día más importante de mi vida, nunca mejor dicho lo de vida.

Quizá esta mi feliz simplicidad es lo que me impide entender el aborto, o más bien su defensa.

No entiendo por qué algunas abortan y celebran su cumpleaños.

No entiendo que una madre aborte y al mismo tiempo me reclame todos los esfuerzos posibles para sacar adelante a otro hijo en la escuela.

Señora, si no aprueba, pruebe con otro.

Entiendo la muerte. Los seres vivos se mueren. Pero nunca he comprendido la muerte inútil.

No entiendo la muerte inútil ni del inútil.

No entiendo la pena de muerte ni aplicada a un asesino. ¿Lo matas por no haber respetado la vida?

Aborto olivdado, aprobado, organizado, permitido, hipócritamente incoherente, despiadado, insolidario, negro.

Por votos. Por seguir gobernando ¿para qué?

El aborto es el nudo de la incoherencia de nuestra sociedad, porque es inexplicable.

No hay nada más triste que el agrio grito abortista que reclama la muerte. Nunca he sido capaz ni de mirar hacia una clínica de ésas, ni de imaginarme en el corredor de la muerte de los americanos.

No soy del pepé ni del pesoe ni del podemos, porque todos empiezan por p. Ni siquiera soy de los provida.

Soy de los que no entienden por qué a estas alturas de la vida humana hay que defender la vida, culpable o inocente.

Ni entiende por qué la mayoría puede decidir matar a la minoría.

Creo que el pepé ha perdido el norte, el pesoe el sur; y ‘podemos’ perdernos todos.

“El grado de civilización de una sociedad se mide por el trato que da a sus presos”, decía Dostoyevski. Bebés presos.

“La grandeza de un hombre se mide por el trato que brinda a quien no puede hacerle daño ni causarle beneficio”, sigue aconsejando Covey a los políticos para ser ‘altamente efectivos’.

“Un gran hombre demuestra su grandeza por la forma en que trata a los pequeños”, Carlyle.

El gobierno puede perder las elecciones por reformar la ley del aborto, aunque muchos analistas dicen que puede ganarlas precisamente si lo hace ahora. Liderazgo en todos los sentidos. Le quedan más semanas para hacerlo que semanas vive un aborto.

Me uno a la manifestación por la vida del 22N, aunque no sea lo mío manifestarme. Ya me estoy manifestando. Lo hago cada año, tal día como hoy cuando marco el teléfono de mi madre de 89 tacos y le digo: Gracias, mamá.