EDUARDO CAAMAÑO.- Que las pantallas se han hecho con la atención de los niños y adolescentes no me queda la menor duda y, podría llegar a asumir que se trata de un fenómeno que forma parte de nuestra evolución, ya que históricamente, una nueva tecnología siempre reemplaza a la anterior.
Sin embargo, la cuestión que me planteo no es la sustitución de un medio anticuado por uno más moderno, sino los efectos que el uso indiscriminado de las nuevas tecnologías pueda provocar en los más jóvenes. Según estudios recientes, el uso excesivo de las pantallas interfiere en las actividades que son cruciales para un sano crecimiento. Como consecuencia, observamos adolescentes menos reflexivos y cada vez más inmersos en las pantallas. Los jóvenes ignoran que todo ese tiempo conectados hace que se pierda uno de los atributos más importantes para el avance de la humanidad, que es la curiosidad por aprender una cosa nueva.
La curiosidad es una fuerza poderosa que nos lleva a explorar lo desconocido, a formular preguntas y buscar respuestas en lugares donde nadie más ha mirado. Es esta cualidad la que ha dado lugar a algunos de los mayores logros de nuestra historia, desde la electricidad hasta los avances en medicina. Para los jóvenes, cultivar la curiosidad es crucial. En lugar de limitarse a consumir contenido rápido y superficial, deben ser incentivados a profundizar en diversos temas, a leer ampliamente y a investigar por su cuenta. Esto no solo les proporcionará una base sólida de conocimientos, sino que también les permitirá participar activamente en conversaciones significativas y contribuir de manera valiosa a la sociedad.
Foto: Annie Spratt · Unsplash