Igual que en las grandes historias

ÁLVARO FERNÁNDEZ DE MESA.-  He vuelto a caer en una de mis debilidades más arraigadas. Llevaba tiempo rondando por mi cabeza, y hace un par de semanas cedí por completo. Fui a la estantería, lo agarré con las dos manos, y lo dejé en la mesilla. Esa noche, antes de acostarme, volví a El Señor de los Anillos.

No voy a detenerme ahora en justificar por qué es la obra artística perfecta. Libro, adaptaciones cinematográficas y su banda sonora. No lo voy a hacer porque muchos ya pensáis lo mismo que yo; y con los que no, solo conseguiría arraigaros más en vuestra postura contraria, porque sois muy tozudos. Así que no insistiré.

Al releerlos, es apasionante ver los contrastes entre los libros y las películas. Sus similitudes, con las copias exactas de diálogos y las escenas reproducidas casi literalmente; y sus diferencias, desde las omisiones de personajes y sucesos, hasta narrar algún hecho importante en momentos distintos. Hay cosas que te gustan más cómo las reflejan las pelis, y otras que te da lástima que no hayan metido. Pero al leerlos valoras mucho más lo buenas que son las adaptaciones. Y al ver la pseudoserie de Amazon, pues todavía más.

Una de las cosas que creo que tiene más valor es cómo Jackson consigue transmitir el ambiente que se respiraba en la Comarca y en Rivendel. Esa paz, ese remanso de tranquilidad en comparación con lo que se está empezando a forjar fuera. Dos sitios que te invitan a relajarte, disfrutar, ver pasar los días desde la mecedora. Supongo que en los dos lugares siempre sería otoño, para así poder ponerse jerseys calentitos o tomar café en tazas positivas. Tonos ocres, chimenea encendida, filtro listo para las fotos, libro en el que avanzarás cinco hojas antes de quedarte dormido en el sofá preparado. Verano en Rivendel no pega mucho, la verdad.

Y en los libros se ve muy bien cómo le cuesta a Frodo –y aún más a Sam– dejar la seguridad del primer sitio al principio y la paz del segundo después. Con lo bien que están ahí, quién les manda ir hasta Mordor. Pero si no habían salido de su pueblo hasta esa vez. Que vaya Elrond, macho, que para algo es tan poderoso y sabe tanto. Por qué él se puede quedar con la aesthetic otoñal y ellos tienen que irse a los páramos de rocas.

Pero lo hacen. Se largan. Uno porque ve que es su misión, y otro por pura amistad. Quién sabe qué hubiera pasado si dos insignificantes hobbits no hubiesen abandonado el edredón. Si se hubiesen conformado, si se hubiesen escondido detrás de otros más grandes que ellos. A ver, yo confío en que Tolkien hubiese pensado en otros dos personajes si le fallaban los principales. Aragorn, quizá, o incluso Merry o un ent. Pero bueno, por suerte dijeron que sí, así que no tuvo que pensar en alternativas.

Más bien, qué les hubiese pasado a ellos. Quizá habrían tenido una vida tranquila y apacible, sin muchas complicaciones. Viendo de lejos los problemas que golpeaban a muchos, pero no a ellos directamente. Estarían satisfechos, conforme a su condición de hobbits. Y ya está, nada más. Una vida sencilla, valiosa también, pero conformista.

En realidad, ellos no buscaban ser héroes; les tocó. Y hubo muchos momentos en los que se resistieron a serlo. Pero al final lo fueron. Me gustaría preguntarles si se arrepienten o no. Sam jamás quiso abandonar a su amigo, y luego volvió a casa, se casó, formó una familia y continuó la historia. Imposible que quisiera hacer las cosas de otra manera. ¿Y Frodo? Su peaje fue muy alto. No solo eso: fue su vida entera. Pero esa sonrisa del final, antes de subir al barco, hace ver que no. Claro que no se arrepiente. Lo que hizo bien valía una vida.

Publicado originalmente en el blog del autor uncordialsaludo

Viajando entre páginas

JUAN MANUEL VIEITES.-   El fomento de la lectura desde la infancia no solo mejora la capacidad cognitiva, sino que aumenta la empatía y estimula la creatividad. Decía René Descartes: «Leer un libro enseña más que hablar con su autor, porque el autor, en el libro, solo ha puesto sus mejores pensamientos”.

La lectura abre la mente, aunque según Álvaro Cunqueiro, lo que realmente te abre son las ganas de escapar de la realidad: «Un libro es como una ventana desde la que uno se asoma al otro mundo… y ya no quiere volver».

Total, que leer ¡es la excusa perfecta para desaparecer de los problemas mundanos! Así que cuando te vean inmerso en un libro, diles que estás «viajando», ¡porque viajar entre páginas, es lo más económico que existe!

Foto de Aaron Burden en Unsplash

6 libros que me han gustado en 2024

El de Galdós parece escrito hoy: un caso real tipo Asunta pero más complejo y… es Galdós.

«Desparecidos» es un Quijote moderno americano.

«Memorias del alzheimer» es el primero de Pedro Simón y lo deben leer los políticos.

«Los nombres prestados» en una novela policíaca española bien escrita, casi un guión de pelli.

«Hércules», una biografía novedosa y genial como todas las de Eduardo Caamaño.

«La gratitudes» es para saber qué es importante en la vida.

ADRIANEY ARANA

Llaves especiales

MANUEL RODRÍGUEZ «RODRI».- Le llamó la atención un letrerillo del pequeño escaparate: Llaves especiales. Era raro que hubiera llaves en aquel local y menos que fueran especiales. Intentó atisbar el interior pero el gastado cristal se lo impidió. La curiosidad le pudo y entró.

Un dependiente de pelo canoso y mandilón azul lo recibió tras un raído mostrador de madera y cristal. Con su cara colorada, el hombre podría ser un herrero fundiendo llaves en su fragua. Pero no, allí no había ninguna fragua ni se veían llaves.

Preguntó: “Ahí fuera he visto un letrero que dice llaves especiales, supongo que será un error”.

“No, no es un error” -respondió el hombre- “¿Para qué quería las llaves?”

Seguía sin entender pero decidió seguir el juego y le respondió con un vago “pues las quería para varias cosas, pero, exactamente, ¿qué llaves especiales tienen?”.

“Pues verá –dijo señalando debajo del cristal del mostrador- esta abre la sonrisa; esta abre varias puertas que llevan al miedo; esta permite pasear por las palabras del amor; aquella…..

Salió de aquella escondida librería de segunda mano con cinco libros bajo el brazo. O quizá fueran cinco llaves especiales.

Foto de Susan Holt Simpson en Unsplash

Siempre nos quedará París

ADRIANEY ARANA.-   Federico Equis de Dinamarca nos ha sorprendido con su autobiografía «Palabra de rey» a los tres días de coronarse monarca. También Harry, el príncipe, había escrito sus memorias con treinta y pico años, cuando todavía no era rey ni él ni su padre. Y Yolanda Díaz ‘dejó’ que se publicara en 2022 “La dama roja” …’la mujer que podría cambiar la historia de España´. Lo mejor es que Amazon lo ha catalogado como “no ficción”, por ahora.

Sorprende la rapidez por apurar la historia de quienes todavía no son personajes. Sí sabíamos por Hamlet, príncipe de Dinamarca, que en ese frío país hay sangre azul y caliente al tiempo. Y que la monarquía británica lleva decenios tratando elaborar su propio relato perdido entre la realidad, la intriga y la ficción.

Pues en España somos más avanzados. Aprovechando la gripe A me he leído “Tierra firme”, el libro que publicó en un ratito  Pedro Sánchez, dos semanas después de la investidura. Ya me había estudiado su “Manual de resistencia”. En media hora me leí el de Yolanda (en menos me había tragado el de Albert Rivera). Me gustan estas “biografías” de vidas sin vivir o “memorias” de lo que todavía no ha ocurrido o le que sea. Lo hago porque intento comprender cómo se construye la “no ficción” del futuro y descubrir las intenciones o el pensamiento, si lo hay. El de Feijóo lo ojeé en una librería y lo hojeé. Visto.

Se los han redactado excelentes escritores como Moehringer, que antes de Harry arrasó con Open de Agassi. Por eso, a lo mejor serán ellos, los autores, los que quizá pasen a la historia. Porque los personajes de verdad no necesitan biografía. Sus hechos permanecen. Sus vidas son «el libro» escrito o no.

Le pedí a ChatGPT que me escribiera la «biografía de» algún personaje arriba citado y me ha ofrecido cuatro líneas. De mi mismo dice: «Lo siento pero no tengo información de esa persona». Siempre nos quedará París, algo de verdad y la Inteligencia Artificial.