Las madres siempre tienen razón

Un niño tiene que ser feliz. Tener que aprender es secundario. Pero si es feliz aprenderá más. 

Quién sabe si el niño está contento es la madre. Y si es así, ella estará contenta. Y si  una madre está contenta, el niño aprende.

La conexión de una madre con su hijo es tan grande que su cerebro es distinto. “El vínculo de apego afectivo y emocional forma parte del proceso biológico natural. Con el embarazo el cerebro de la mujer cambia, estructural y funcionalmente, al responder a las consignas básicas que recibe del feto. Este vínculo se refuerza con el parto y la lactancia porque se potencian los circuitos neuronales más fuertes de la naturaleza al compás de la oxitocina” (Dra. L. Moratalla).

Cuando hace años alguna madre me decía en tutoría que su hijo era muy listo a pesar de tener constantes suspensos, pensaba que le cegaba su amor de madre. Los resultados a lo largo de la vida les han dado la razón, de una u otra manera.

Ahora ya cuando alguna madre me contesta “pues yo estoy contenta” ante mi duda de si estamos avanzando con su hijo, pienso que con eso está dicho todo. Porque además el amor de una madre no ciega, sino que hacer ver. El amor da luces, ilumina al maestro.

Las madres, como decía César en Los idus de Marzo (de Thorton Wilder) son ‘una de las 6 columnas que sostienen Roma’. Hay que escucharlas, si quieres ayudarles a educar a sus hijos. 

Se equivocan a veces si te proponen determinadas acciones de aprendizaje, porque no es esa su profesión. Eso le toca al profesor. Si se meten a dar instrucciones al maestro o a organizar el colegio pueden y suelen equivocarse. Y pueden equivocarse en la forma de educar a su hijo. Pero en lo que no se equivocan nunca es en quién es su hijo, y en eso hay que escucharlas. En eso las madres siempre tienen razón.

 

Guionistas para un pacto educativo

 

     Un rayo de sol en medio de la embarullada política española. Por primera vez «en democracia» los partidos y todos los sectores sociales buscan un consenso para lograr un pacto de Estado de educación. El Congreso creó el día de San Valentín (uhm!) una subcomisión de 13 diputados titulares (y otros tantos suplentes) que trabajarán por conseguirlo. Aunque diputados, no son estrictamente políticos de despacho. Entre ellos hay dos o más maestros, profesores de instituto de Química o de Historia, de universidad, algún orientador escolar, una reconocida novelista y guionista, y hasta un estudiante universitario. En general, personas con experiencia docente, fundamentalmente en centros públicos, cultas y creativas. 

     Han comenzado a citar a expertos e «instituciones». Su primera misión consistirá en escuchar sin prejuicios, con atención e interés y con buena cara. Luego habrán de sintetizar con agudeza un documento base flexible, serio e inovador. Y más tarde liderar la defensa de ese cambio y lograr el pacto para muchos años (más de diez o doce que dice Méndez de Vigo).

     Los protagonistas no pueden pensar sólo en los límites de lo innnegociable. Las líneas rojas pueden ser paralelas. ¿Por qué no? Hoy el mundo pide y experimenta la empatía y el consenso. La «actitud». Otros políticos lo lograron cuando el artículo 27 de la Constitución citó al unísono el derecho a la educación y la libertad de enseñanza. Igualmente hoy podemos conjuntar la diversidad en la educación española, no sólo en sus aulas y en sus alumnos. La diversidad educativa enriquece y genera equidad, ya que distintos son los caminos para llegar al éxito escolar. Los modelos únicos empobrecen.

     Ahí está el reto, que estoy convencido que somos capaces de superar. Lograr fórmulas, palabras o acuerdos con un texto tan inteligente al menos como los mejores guiones de las excelentes series de televisión en las que todo es posible y resulta verosímil. 

Cómo funciona un niño

Cómo funciona un niño

1. Un 1% de los niños obedece a la primera.

2. No paran quietos, paran haciendo algo.

3. Saben que se les va a perdonar el castigo y se olvidan del castigo.

4. Ser muy generoso u ordenado es algo así como que mamá no se enfade.

5. Si les dices a todo que sí, se desorientan. Necesitan muchos NO.

6. Son los jueces perfectos: ven siempre lo "injusto".

7. Los niños son como el cristal. Ves a través de ellos pero también te reflejan.

8. Aprenden y aprenden incorporando y copiando "gestos".

9. Con los niños no se juega: si te equivocas, da marcha atrás.

10. Si nunca les fallas, nunca te fallan.

11. Son máquinas de rutinas, que hay que encender cada día.

12. Para aprender necesitan 3 cosas: paz, seguridad y felicidad.

13. A todos nos hacen mejores, porque son lógicos e inocentes.

14. Su vida consiste en jugar. Y todo lo convierten en juego. ÉSA ES LA CUESTIÓN. That is the question.

De la ilusión también se vive

"Yo vi a un Rey Mago en mi habitación, creo que era Gaspar", me contó un niño real tras una noche de reyes. "Oí algo. Abrí un poquito los ojos para que no me viese… Se agachó. Llevaba capa y turbante. Abrió mi armario y se fue. Lo vi. En serio". 

 

Los niños viven de la ilusión, no de las cosas. Prefieren la emoción, la chispa y el ingenio a cualquier regalo. Los nervios ante un plan, viaje o acontecimiento lo demuestran. Hoy antes de fin de año ya hay niños tristes porque "Santa" (así de guay) ya les ha traído unos regalos… y se acabó, y no les gustaron. 

 

Los niños, los de verdad, los que creen en los Reyes, prefieren la ficción a la realidad. Eligen  muñecos y marionetas en vez de películas. Adoran escuchar un cuento o vivir una fantasía. Prefieren soñar despiertos a tener un móvil para no dormir.

 

Aunque más todavía que un peluche, lo que les seduce es tener un hermanito. "He visto Rayos-C brillar en la oscuridad, cerca de la puerta de Tannhäuser", "nos dice" Roy Batty. Yo he visto "resetearse" una familia entera con el nacimiento de un nuevo hijo. Desbloquearse. Cambiar todos. Nace una ilusión. 

 

Si queréis ver brillar los ojos de un niño en la oscuridad, poned un Niño Jesús en casa (for example), o acudid a una cabalgata de los Reyes Magos. Descubriréis el mundo real de los niños. Y está al alcance de cualquier fortuna o saldo bancario. ¡Aún queda hasta el día 6! 

 

Los niños de la guerra de los deberes

Eva Bailén, autora del recién publicado libro “Cómo sobrevivir a los deberes de tus hijos”, es la promotora de la campaña por la racionalización de los deberes. En el fondo se cuestiona el sistema educativo español, el papel de las editoriales de libros de texto y la personalización de la educación, especialmente en la escuela pública.

No sé si su libro se venderá, pero la campaña ha generado debate en el mundo educativo. Ella no es partidaria de “Deberes No”, sino de su racionalización. Así lo pide en su iniciativa en change.org y en las entrevistas publicadas sobre todo en el diario El Mundo.

El peligro del debate es que se convierta en guerra y que los padres pierdan la confianza en los profesores y viceversa, cuando tan necesitados estamos de los contrario. No sólo hace falta un pacto nacional de educación, sino en primer lugar el trabajo conjunto de familias y docentes para sacar adelante a cada hijo, a cada alumno. Porque al final, la educación y el aprendizaje es algo personal, es cada persona la que aprende, no el grupo.

En este pais siempre llevamos las cosas a los extremos y todo argumento lo reducimos a dos posturas: “o sea, que tú… ¿estás en contra de los deberes?”. No, pero, si eres profesor, prueba durante unos días -yo lo he hecho y me he quedado asustado- a hacer los deberes que mandas. Y al detalle, todo. Verás que hay que cambiar el planteamiento. Que es necesario un debate, pero no una guerra de titulares.

Ni a favor ni en contra. Sí estoy a favor de generar paz en la educación, de generar confianza en el colegio y en las familias. A favor de cambiar el término “deberes” por otro más adecuado. De racionalizar las tareas, de eliminar gran parte de ellas, de que haya consensos sobre el tema entre los padres y los profesores, de que los centros tengan unidad de criterios. De no seguir los dictados de las editoriales de libros de texto. De racionalizar los deberes, como explica Eva Bailén. De personalizar la educación.

Y sobre todo me parece que los profesores necesitan paz para educar, los padres confianza y tranquilidad, y los niños jugar y aprender. No lo decía Tonucci, sino un gran maestro español de un pueblo del que han salido grandes emprendedores: “La letra jugando entra”.

Lo demás es crear otra guerra más con niños en el medio, como varias que estamos sufriendo.

Para más ideas, mi post de hace 3 años sobre el tema:

http://www.adrianey.net/2013/11/los-padres-quieren-deberes.html