El movimiento de indignación del 15M en 2011 llevó a la creación de Podemos y otras formaciones. Aquel malestar ante la corrupción y la crisis se encauzó entonces hacia una política que, vista ahora, tampoco remansó las aguas.
El dolor y la indignación ante los daños de la DANA en Valencia también han de encauzarse, pero bien. Encauzar el río de dolor con compañía y unidad «sí» es necesario. Cualquier abrazo, hasta el de un rey enfangado, consuela. En medio del barro político cuenta más el acompañamiento real y espontáneo que el “gesto” buscado. El ingenuo y desinteresado «voluntario» consuela más que un comité desorientado. Y rezar por otro seca sus lágrimas.
En una sociedad que da culto al “liderazgo” y a la “empatía” falta humildad para trabajar en equipo: es decir falta “trabajo” y “equipo”. Fallan las características del líder estudiado en las escuelas de negocios y otras fábricas de gurús. Y esto habría que revisarlo.
Encauzar la indignación actual no consiste en correr rumores, bulos y videos que generan un nuevo desbordamiento de noticias depresivas. La intoxicación aumenta si la información no bebe de fuentes limpias, fiables u oficiales.
La esperanza se trabaja, no sólo se espera. En un futuro se encauza un río con una eficaz respuesta hacia una política de servicio y no de poder, de hacer el bien y hacer las cosas bien. Y no dejarse arrastrar por la corriente política propia o ajena.
Cuando en Roma la corrupción y el fango en la lucha por el poder anegaba aquella sociedad alguien escribía a los ciudadanos romanos: “No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien.”
ADRIANEY ARANA