Si operan a un familiar y esperas horas a que salgan las cirujanas. Si acompañas el postoperatorio con sus dudas y percances. Si observas las miradas y los gestos precisos de las enfermeras. Si atiendes y absorbes la información prudente que dan los médicos cuando pasan. Si, ademas, ves que a su alrededor el covid mantiene su amenaza…
Pues si ves todo esto, es que estás delante de los médicos normales y corrientes que no salen en las noticias. No son ni pretenden ser estrellas de cine o de series de televisión. Cumplen su labor diaria dentro de nuestras fronteras. Trabajan con una presión extraordinaria que para ellos es asombrosamente rutinaria. Precisión, concentración, profesionalidad y discreción. Todo trabajo bien hecho es un servicio a las personas, pero en los médicos se multiplica.
Aunque en los momentos duros aplaudamos a los sanitarios, cada día se merecen muchos “gracias”, que casi nadie se los da al terminar una cirugía. Por su profesionalidad y ciencia en sí misma. Si además alguna de esas doctoras o investigadoras saca unos minutos para ver y alentar a un paciente amigo. Y le sonríe. Y pone un rostro humano a una bata blanca o a un mono verde, si todo eso pasa, porque pasa, es para pensar que “la sonrisa en el rostro lleva la alegría al alma” y al cuerpo. Y el trabajo.
Gracias, Materno Teresa Herrera: !CHUAC, chuac!
Adrianey Arana