¿Igualdad o Trans? Esa es la cuestión

“Una niña que juega al fútbol ni es una niña lesbiana ni es una niña transexual, es solo una niña que está jugando al fútbol, como dice el colectivo Feminista Ilustrada”, sotiene la  exdiputada socialista, activista LGTB y lesbiana Ángeles Álvarez.

“La infancia y el aspecto educativo son los dos temas sobre los que más hemos querido llamar la atención y sobre el que menos se nos ha escuchado. Tenemos suficientes elementos prácticos para saber cómo se está poniendo en peligro la salud mental y física de los menores. La obsesión de Podemos y del movimiento transgenerista para eliminar de todo este proceso a los profesionales cualificados es, por lo menos, temerario. Es una absoluta irresponsabilidad por parte del Gobierno”.

Alguna diputada cree que existe una mayoría parlamentaria silenciosa contraria a la ley Trans o “Ley Montero” que votará ahora en contra del anteproyecto aprobado por el Gobierno. Las feministas y colectivos deportivos están en contra en general y la Federación Estatal LGTB. Por eso el PP ha congelado su recurso esperando que haya una reacción en el Congreso. Pero el PSOE tiene muy controlada su disciplina de voto. E Irene Montero tiene vía libre en este proyecto no se sabe por qué. Confiesa: “no puedo ceder”. “Son derechos, no deseos, ¡es ley!”. 

La famosa neuropsiquiatra infantil italiana Mariolina Ceriotti explica a la prensa que “quien está familiarizado con la mentalidad infantil sabe muy bien que antes de la pubertad el niño no es capaz de entender el significado de la sexualidad adulta”

“Nada es para el niño más seguro y verificable que la experiencia de su propio cuerpo, tal como se presenta: un cuerpo que solo especifica lo masculino o lo femenino, fácilmente distinguibles por los atributos genitales: hombre y mujer distintos, con una diferencia que tiene como finalidad la posibilidad de procrear”.

Hoy en día los niños están acostumbrados en la escuela a cuidar la naturaleza que los adultos hemos destruido o contaminado amparándonos en nuestros derechos al libre comercio. Los niños ven su cuerpo y lo entienden. Y comprenden que hay que cuidarlo, respetar una naturaleza que está a la vista. Somos distintos pero iguales. Como una niña china, una africana y una española, de distinta raza, pero iguales en todo.

Los familias de los niños suelen decidir por ellos el colegio, las actividades, las vacaciones, su ropa. Más difícil resulta escoger el domicilio o el trabajo. E imposible elegir la raza, la edad… o el sexo. Porque autodeterminarse en todo, crearía una inseguridad jurídica constante y una gran inseguridad educativa, una desorientación a las familias que no pueden elegir a esa edad ni asignaturas optativas. Si ya falta apoyo para la atención de la diversidad en las aulas, el apoyo que exigiría esta elección sería imposible de prestar.

Si te sientes africano -por llevar muchos años allí-, no te puedes cambiar de raza… y tampoco hace falta porque somos iguales. Si te sientes inmaduro, no te puedes cambiar de edad y quedarte en menor. Ni en jubilado se te encuentras cansado. Si eres bipolar, no puedes tener dos personalidades reconocidas jurídicamente. Y si te sientes solo, no puedes registrarte como familia. El sentimiento no es una categoría jurídica ni tu sufrimiento se arregla con el cambio de DNI que ofrece Montero.

Ayudar a unos puede significar confundir a muchos. Todos merecemos respeto sin estigmas, ni violencias ni acosos. Pero cambiar el género es reconocer que el varón no es igual a la mujer o viceversa y que por eso se solicita el cambio.  Es un mensaje contrario al objetivo del Ministerio de la Igualdad: la igualdad en la diversidad. Así como religión, etnia o creencias.

La Ley Montero se puede volver en su contra. Porque los menores que cambien de sexo no pueden luego cambiarse otra vez, solo en 6 meses. Es una decisión para toda la vida. Luego ya no pueden. Algo arbitrario. Igual que también establece que «no podrán consignarse más de dos nombres simples o uno compuesto». ¿Por qué? Porque lo dice la Ley Montero, que no puede ceder’.

Adrianey Arana

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Realidad aumentada

 


Realidad aumentada

Con una escasa wifi durante del mes que paso en Líbano, me asomo a internet y veo como maestro el escueto “calendario escolar” de la Xunta de Galicia: se ordena “realizar actividades específicas” para “favorecer la visibilidad” de “lesbianas, gays, transexuais, bisexuais e intersexuais”. No sé si se trata de usar la «realidad aumentada» o una urgencia o alerta mundial ante los problemas de la comunidad internacional. En todo caso el verano escolar es el momento que tengo para la programación. Y a mí me ha tocado hacerlo en este país con casi 2 millones de refugiados sirios y palestinos.

El caso es que se me ocurren «actividades específicas» para mis alumnos de 1º Primaria: confeccionar en Plástica dos regalos para el día de la madre en vez de uno, y otros dos el día del padre, de modo que se preparen para esa posibilidad. Buscar una colección de cromos de alguna liga de fútbol mixta o intersexual para los tradicionales intercambios en el recreo. Elegir como día no lectivo escolar el día del orgullo gay. Otro día trataría de que vengan a clase los niños con el uniforme de las niñas, y al revés, y acudir así a la visita cultural al ayuntamiento (para mayor visibilidad). Hacer en Educación Física la semana del vestuario bisexual y que se cambien y duchen todos juntos con los profesores, la directora, y podemos invitar al inspector. Colocar en un lugar reservado, preferente y más visible en el festival de navidad a las parejas de mamás del APA que sean lesbianas.

Pienso que la administración no quiere que nos limitemos a colorear dibujos de familias o emoticonos con dos papás o con dos mamás. Pero debe ser consciente de que invitar a un miembro de la comunidad LGTB a la fiesta de la primavera puede quedar al mismo nivel que el cuentacuentos que viene a clase en el primer trimestre, y al payaso que acude en carnavales. Y esto se volvería en su contra. ¿Tiene sentido todo esto? ¿Es todo un sinsentido? Desde aquí al menos me lo parece.

Cuando estás con gente que trabaja sin descanso con los refugiados que huyen de la guerra ante el silencio de nuestros países tienes la impresión de que las prioridades educativas son otras. Cuando ves a un chico de ACNUR sudando por conseguir miles de almohadas porque mucha gente no tiene ni lo necesario para hacer un bulto en el que reposar su cabeza. Cuando ves que nadie les acoge en sus países porque hay miles de trabas o porque están jugando al Pokemon. Cuando ves a una niña sucia e inmóvil en una calle con la mano extendida y la mirada desecha, te preguntas por qué no hay en el calendario escolar del 2016-17 de todos los paises de Europa un día que haga algo visible la tragedia de 8 millones de niños sirios. Con todos mis respetos para la comunidad LGTB en este curso.