ANTONIO ALLEGUE.- Ser padre de una familia numerosa es como organizar una orquesta… pero todos los músicos tocan distintos instrumentos y ninguno sigue la partitura. ¿Desayunos? ¡Más bien una carrera de relevos con tostadas! Y luego vienen las tardes, en las que parece que tu coche tiene vida propia, porque vas de baloncesto a piano y de piano a natación como si fueras un taxista sin sueldo. ¿Y la hora de la cena? Bueno, digamos que cocinar para un regimiento es ahora tu habilidad especial.
En medio de este torbellino, la familia encuentra su equilibrio entre la risa y la oración, sabiendo que cada pequeño sacrificio es una semilla de amor que crece. Porque, al final del día, con fe y cariño, esos momentos caóticos se convierten en los lazos que los unen aún más.