Amor de madre

Nunca jamás un niño se niega a preparar el regalo del día de la madre. Ni el del padre, eh, porque para ellos un padre «es como una madre». Pero una madre es… “no tengo palabras” diríamos en un acto oficial de esa jornada. ¿Cómo es una madre?

Que conste que quizás el adolescente de turno no se presente el domingo con un dibujito para su mamá, pero ¡ay de aquel que se meta con su madre! Le puede estampar una silla en la cabeza. Prueben si se atreven.

A mi el amor de una madre me parece ilógico e irracional, capaz incluso de amar a un ser desgraciado o delincuente… no digamos simplemente a un mal alumno. Y es capaz de que este se sienta querido aunque no se deje querer. Es un amor exagerado, o sea, amor sin fin. De hecho, todos entendemos que cuando una mujer habla de su “ex” no se está refiriendo a un hijo. Un hijo nunca es “ex”.

«Dios no podía estar en todas partes y por eso creó a las madres», pensaba el autor del Mowgli perdido del Libro de la Selva. Pero yo creo que Dios tuvo envidia del hombre cuando inventó las madres e hizo todo lo posible para tener una, a la que ya nunca dejó ni ella lo abandonó.

Sin embargo, para mi lo mejor de las madres es que son deliciosamente pesadas. Lo pensamos como un piropo-queja: “¡mamá, por favor!”, que es como «gracias, porque eres la única que no pasas de mi». Lo saben y les encanta. Yo nunca se lo dije, pero ella repetía: “me diréis que soy una pesada, pero…”

Prefiero a esas leonas que defienden con uñas y dientes a sus hijos y nos dan la paliza a los profes que a las serenas y objetivas señoras que nunca se enfadan porque ya «saben el hijo que tienen». El amor no es ciego, sino que lo ve todo. El que ama ve lo que otros ni huelen.

Por todo lo cual… y pensando que con un Mother’s Day no da para mucho, pido a las chicas que trabajan en la ONU que espabilen para se declare el 2027 Año Internacional de la Madre, no de la madre naturaleza sino de la que te trajo al mundo.

Feliz Día de la Madre y próspero #2027InternationalMothersYear

Adrianey Arana   ·   Foto de Some Tale en Unsplash

Jorobados


Hemos celebrado el año internacional del gorila (2009), el del microcrédito (ya no pongo fechas), el de las cuevas, el año polar, el del veterinario, el de la quinua, el del leopardo de las nieves, estamos en el del mijo y el 2024 será el de los camélidos.

Los chicos de la ONU que van con traje por el Midtown de Manhattan han aprobado la resolución 72/210 que declara el Año Internacional de los Camélidos, 2024. Los han debido ver muy jorobados.

 “Observando que los camélidos son mamíferos ungulados artiodáctilos estrictamente herbívoros, que aparecieron por primera vez en América hace 45 millones de años”. Este es el primer considerando firmado por la Asamblea.

Llevo tiempo pensando que la ONU podría hacer algo por Ucrania, por la baja natalidad, por las madres, por la educación… incluso llevo dando vueltas a un año internacional de la madre más que celebrarles sólo un día. Algo, ya que la ONU fue creada al término de la 2ª Guerra Mundial para «mantener la paz y seguridad internacionales». Pero me encuentro con esto. Y sigue.

 “Observando además que los camélidos constituyen el principal medio de subsistencia para millones de familias pobres que viven en los ecosistemas más hostiles del planeta, y que contribuyen (…) al empoderamiento de las mujeres» (?!) No logro ver la relación, pero es que no soy funcionario de la ONU.

“Reconociendo que (…) constituyen una importante base social de los conocimientos tradicionales y contemporáneos de esos pueblos”. Los camellos de toda la vida son una base social, los de ahora no lo sé, porque sólo los veíamos en algunas cabalgatas, que era cuando se lucían, pero ahora ya no.

“Recordando la urgente necesidad de aumentar la concienciación pública sobre la importancia de los camélidos…”. ¡Hablamos de “urgente”, o sea, de adoptar incluso medidas cautelares que incluyan a los dromedarios!

Escribo esto porque estaba pensando en mi próximo artículo, que saldrá en unos días sobre algo quizá no tan importante ni urgente: la maternidad. Pero ya veo que hay cosas más importantes y más urgentes en la ONU.

Adrianey Arana    ·     Foto de Saj Shafique en Unsplash

This is the way

“Si no aprendemos todo lo de 1º de Primaria, por ejemplo… luego montamos mal una tienda de campaña y… puede haber un incendio…” Si no aprendemos, no seremos competentes. Me explica un alumno a su manera. Ya no dicen aquello de que repetiremos o no recibiremos un regalo.

Me comenta un profesor que le encanta observar a un grupo de 7 años hablando entre ellos. Se escuchan y contestan opinando lo contrario, esperando y dialogando. ¿Será una consecuencia de las clases on-line en la que sólo uno podía hablar?

Los niños de ahora no son el problema, son la solución. Su mundo es de diálogo, de competencias vitales y de aprendizaje real. Su actitud es preguntar, no contestar. Preguntan porque buscan más en entornos digitales y por su mayor insatisfacción. Han aprendido a preguntar y ese es el camino, como diría Mandalorian.

Adrianey Arana · Foto de Din Djarin en Unsplash

Sexo y Matemáticas

El proyecto del ministro Subirats (Podemos) para los estudios de Magisterio reduce las Matemáticas a 60 horas. Es todo lo que tiene que saber el profesor del futuro de la tecnología inteligente. O sea, como prevención de riesgos laborales y algo más que el curso para tener perro.

Se añaden muchas horas al tema sexual, clave de la civilización y del progreso. Inclusión Educativa y Atención a la Diversidad y Género y Educación tienen el doble de créditos que Matemáticas.

Cuando los alumnos lleguen a Secundaria sabrán identificar “los elementos constructores de los géneros”, que están “en el coco”, no en el cuerpo. Por eso también reducen a 6 los créditos de Naturales. La Biología no es útil.

Si la Orden reconoce que los maestros necesitan “aprender fundamentos científicos”, ¿cómo impartirán las 1000 horas de Matemáticas que recibe un alumno a lo largo de Primaria? Lo digo por si no se han dado cuenta. Nada, sólo era eso.

Adrianey Arana

Foto de Joshua Hoehne en Unsplash

Más allá de la ruta escolar

No hay una única manera de educar ni de llevar a los niños al colegio. Por eso están surgiendo startups como HopSkipDrive que buscan crear recogidas personalizadas en coches o furgonetas de un modo similar a Uber o Cabify como alternativa a la tradicional, invariable y cara ruta del bus escolar.

La empresa ofrece una app en la que la familia describe sus necesidades (recogida, extraescolares, recorridos diversos) y 4000 CareDrivers conducen a los hijos sin necesidad del bus amarillo. Surgió como una necesidad en la pandemia y ahora está triunfando en muchos estados norteamericanos.

Los conductores son examinados y deben reunir requisitos de al menos cinco años en cuidado de niños o ser maestros, historial inmaculado de conducción, vehículo en perfecto estado, curso de orientación y todo tipo de requisitos para trabajar con menores.

En todo momento se monitoriza la conducción, el comportamiento del conductor y la localización del vehículo en servicio. Si da muchos frenazos o es maleducado en sus reacciones es eliminado (de la empresa). Y sabes por donde va tu niña.

Se ofertan como una alternativa al complicado puzle del transporte escolar y no precisamente para familias con alto nivel económico. Se está solucionando el acceso al colegio de niños con problemas, de complicadas conciliaciones y situaciones familiares, de población dispersa y hasta se ofrecen contratos con escuelas públicas. Son soluciones innovadoras en las que todos ganan. También están Zum o TaxiMom, que operan en muchos distritos escolares americanos que ya empiezan e regularlas.

La innovación en la educación comienza fuera de las aulas. Un país se hace educativo en la calle y en sus servicios, no sólo en las leyes y en los centros. Por eso hay países más escolares que otros. Y toda iniciativa para que las familias lo tengan más fácil y no todas igual, en un único tipo de escuela o incluso de transporte, se agradece.

Adrianey Arana

Fuente: Education Next