Así me lo dijo ayer una chica con un aro en la nariz, madre de dos niños. Peluquera. No aprendió a leer hasta los 12 años. En la escuela unitaria de su pueblo no lograron más que eso. Luego salió para adelante, pero no quiso estudiar porque le daba miedo.
Hoy es una joven mamá de dos niños. Volvió a tener miedo cuando llevó al mayor al colegio público de su barrio… con su camiseta negra y su aro en la nariz. Pensaba que empezaba un calvario. Pero no. El mayor de 6 años ya sabe leer, habla y estudia en inglés, le gusta el colegio y es feliz. Y todo va bien. Y las profesoras se implican y tienen ganas, y tienen proyectos. Y son personas normales que trabajan bien y en acuerdo con los padres.
Ella está feliz. “Confío en los profesores de este país”, afirmó tranquilamente mientras me cortaba el pelo. “Todo ha cambiado. Es otra cosa. La gente no lo sabe, pero los profesores son muy buenos”.
Menos mal que la escuela en España funciona al margen de los políticos, porque si no, estaría como ellos creen que está, necesitada de constantes cambios y reformas de no se sabe qué. Desaciertan y vuelven a desacertar con el prejuicio de que Pisa…, la religión…, el fracaso escolar.
Si se asomarán a una escuela de barrio o al twitter o a los blogs de miles de maestros jóvenes verían que la educación está cambiando, ha cambiado y nadie lo sabe, salvo la gente real, claro.