Por una escuela atractiva

     Dicen que J.K. Rowling se inspiró en la George Heriot’s School para crear Hogwarts. Este precioso colegio para huérfanos de Edimburgo con cuatro 'casas' que compiten entre sí es el lugar al que todos desearíamos acudir o mandar a los hijos. A un colegio inglés al fin y al cabo, porque Inglaterra es un país fundamentalmente escolar.

     El profesor Peter Dolton, en su estudio Global Teacher Status Index, dice que el estatus o prestigio de los docentes se mide de forma diferente "en función de la historia y los valores y las costumbres de una cultura particular". Afirma que en Nueva York la sociedad prima los ingresos financieros, por lo que allí tuvo que medir el estatus del maestro por su salario. En China, en cambio, los maestros tienen un prestigio mayor a pesar de no corresponderse con el dinero.

     Pero más decisivo que el estatus del profesor es el prestigio de la escuela en general. En un país escolar sus colegios son los más bonitos del mundo y su educación es imitada, copiada y fuente de inspiración para novelas y películas. Eton es símbolo de todo un país al igual que Hogwarts

     En USA sucede algo similar. El bus escolar amarillo es un símbolo nacional, una institución. Los high school americanos públicos o privados son la envidia de todo adolescente. De ahí que el que pueda manda a su hija a hacer un año de bachillerato a Estados Unidos. Y claro, va encantada. Y es que sus campos de fútbol y sus canchas da basket son 'chulas'. Así de sencillo. Y lo mismo ocurre en Corea del Sur, etc. y otros países que valoran sus escuelas.

     En España no hace falta un día del orgullo escolar, sino arquitectura, arte, cuidado e ilusión. La estética escolar es prioritaria, no sólo el currículum. El comedor escolar, la jardinería, el diseño de la equipación deportiva han de ser atractivos. Aprendamos del estilo del fútbol en España. Aprovechemos para que deporte, estética y educación vayan unidos, como lo van en otros países.

     Educa lo que se ve, lo que se hace, lo que se vive… y lo que emociona. Lo atractivo atrae. La belleza educa. Es cierto que lo que más forma es el trabajo bien hecho, pero eso ya es algo estético. Quizá así la camiseta y la mochila del cole sean más valoradas entre nuestros alumnos que las del Real Madrid.

La letra jugando entra

 

Me cuenta un compañero del colegio que de niño comenzó a hablar muy tarde. Eran dos hermanos gemelos. Hubo complicaciones en el parto sin consecuencias aparentes, pero pasados ya tres años los niños no hablaban. Los médicos descubrieron entonces que su hermano sufría unos daños cerebrales irreversibles que le idejaron sin habla y con otras complicaciones que acabaron con su vida en unos años. Él tuvo que reeducarse con diversos programas. Hoy en dia es una persona normal y excelente, pero hasta aquella edad funcionó por imitación. Hablar no existía.

  Los niños funcionan y aprenden por imitación, por práctica, por juego, más que porque les enseñemos. De ahí la importancia de las nuevas metodologías como el aprendizaje cooperativo, el flipped classroom, los recursos y técnicas de mindfulness, la educación emocional, el aprendizaje servicio o el escape room educativo, la gamificación… y muchas más.

Algunos desconfían de ellas, porque son “jueguecitos de pedagogos sin fronteras”. Pero no es humo todo lo que se vende. Al contrario, el surgimiento en este país de profesorado que propone, activa, inspira y promueve estas metodologías con ilusión es señal de que hay fuego por fin en la educación. Eso sí, esta vez, partiendo muy de la base, harta del postureo.

Cada vez que asisto a un curso, foro o evento de profesorado de este tipo, me encuentro con maestros jóvenes, otros no tanto, de la pública o privada o de ambas, no hay diferencias. El caso es que hay mucha motivación, gran complicidad, rápida comunicación y ganas de trabajar. Y siempre sucede lo mismo: cuánto mejor lo pasamos en esos cursos, más aprendemos. Y es que, como decía el maestro de mi pueblo, “la letra jugando entra”. Nada sería mejor que una alianza entre la industria del entretenimiento y el sector educativo. Mucho mejor, desde luego, que un pacto de Estado.