La importancia de la curiosidad

EDUARDO CAAMAÑO.-  Que las pantallas se han hecho con la atención de los niños y adolescentes no me queda la menor duda y, podría llegar a asumir que se trata de un fenómeno que forma parte de nuestra evolución, ya que históricamente, una nueva tecnología siempre reemplaza a la anterior.

Sin embargo, la cuestión que me planteo no es la sustitución de un medio anticuado por uno más moderno, sino los efectos que el uso indiscriminado de las nuevas tecnologías pueda provocar en los más jóvenes. Según estudios recientes, el uso excesivo de las pantallas interfiere en las actividades que son cruciales para un sano crecimiento. Como consecuencia, observamos adolescentes menos reflexivos y cada vez más inmersos en las pantallas. Los jóvenes ignoran que todo ese tiempo conectados hace que se pierda uno de los atributos más importantes para el avance de la humanidad, que es la curiosidad por aprender una cosa nueva.

La curiosidad es una fuerza poderosa que nos lleva a explorar lo desconocido, a formular preguntas y buscar respuestas en lugares donde nadie más ha mirado. Es esta cualidad la que ha dado lugar a algunos de los mayores logros de nuestra historia, desde la electricidad hasta los avances en medicina. Para los jóvenes, cultivar la curiosidad es crucial. En lugar de limitarse a consumir contenido rápido y superficial, deben ser incentivados a profundizar en diversos temas, a leer ampliamente y a investigar por su cuenta. Esto no solo les proporcionará una base sólida de conocimientos, sino que también les permitirá participar activamente en conversaciones significativas y contribuir de manera valiosa a la sociedad.

Foto: Annie Spratt · Unsplash

Suecia y los libros de texto

El Insituto Karolinska le ha largado a la Skolminister sueca un informe calentito a finales de abril sobre los «ordenatas» en clase:

Que “la investigación ha señalado el hecho de que la digitalización de las escuelas tiene importantes consecuencias negativas para la adquisición de conocimientos por parte de los estudiantes”.

Que “carece de propuestas completamente concretas sobre cómo deberían trabajar las escuelas con la implementación de la estrategia de digitalización”.

Y no sigo porque el tono sube. Tanto que la ministra no se ha hecho la sueca y ha escrito en su Instagram @edholm.lotta “quiero ver menos pantallas y más libros de texto en la escuela. La digitalización acrítica de la escuela ha sido un error (…) Quiero ver más movimiento, más papel y lápiz y más libros escolares reales”.

Esto lo ordena a través de las redes sociales e internet. Vaya.

Lotta lleva unos meses de ministra bis (hay otro ministro de educación superior: Mats) y pertenece al partido liberal acusado de hackear la red interna de los socialdemócratas. O sea, que saben de lo que hablan, je.

Además Suecia ha bajado eleven points en la reciente “Eurovisión de comprensión lectora” (la “pirls”) a pesar de haber ganado la de “cantar”. Y se han dado cuenta que sus alumnos sólo saben cuatro letras: ABBA. O sea, que a volver a los libros y a dejarse de pantallitas y televisión.

En España hemos quedado de los últimos en Eurovisión de cantar y de leer. Pero no hemos hecho informes ni análisis ni plan ni nada. Sólo hemos usado las redes sociales y pantallas para comentar la jugada.

Pero la cuestión no es simple: pantallas o libros. La prueba que hicimos tan mal se aplicó a niños de 10 años que apenas usan los ordenadores como libros, se hizo al salir de la pandemia, y 3 CCAA (comunidades autonómas) obtuvieron resultados de campeones. Y además en Cataluña se aplicó en catalán y niños inmigrantes no supieron contestar.

O sea que la solución no es “cancelemos los ordenadores”, porque si no, no podrían Uds. leerme ahora y yo solo podría dedicarme a dar clase a sus hijos y enseñarles a leer.

Adrianey Arana   ·     Foto: Unsplash