"Yo vi a un Rey Mago en mi habitación, creo que era Gaspar", me contó un niño real tras una noche de reyes. "Oí algo. Abrí un poquito los ojos para que no me viese… Se agachó. Llevaba capa y turbante. Abrió mi armario y se fue. Lo vi. En serio".
Los niños viven de la ilusión, no de las cosas. Prefieren la emoción, la chispa y el ingenio a cualquier regalo. Los nervios ante un plan, viaje o acontecimiento lo demuestran. Hoy antes de fin de año ya hay niños tristes porque "Santa" (así de guay) ya les ha traído unos regalos… y se acabó, y no les gustaron.
Los niños, los de verdad, los que creen en los Reyes, prefieren la ficción a la realidad. Eligen muñecos y marionetas en vez de películas. Adoran escuchar un cuento o vivir una fantasía. Prefieren soñar despiertos a tener un móvil para no dormir.
Aunque más todavía que un peluche, lo que les seduce es tener un hermanito. "He visto Rayos-C brillar en la oscuridad, cerca de la puerta de Tannhäuser", "nos dice" Roy Batty. Yo he visto "resetearse" una familia entera con el nacimiento de un nuevo hijo. Desbloquearse. Cambiar todos. Nace una ilusión.
Si queréis ver brillar los ojos de un niño en la oscuridad, poned un Niño Jesús en casa (for example), o acudid a una cabalgata de los Reyes Magos. Descubriréis el mundo real de los niños. Y está al alcance de cualquier fortuna o saldo bancario. ¡Aún queda hasta el día 6!