La mitad del cielo

“Mi mamá es una doctora que cura las tristezas”, contesta su hijo de segundo de primaria. Mariolina es neuropsiquiatra infantil de la sanidad pública y psicoterapeuta de adultos.

Me sorprendieron sus nuevas ideas en un congreso sobre afectividad y sexualidad. Nunca había oído hablar así y por eso luego la he seguido. Su mejor libro, “Erótica y materna”, fotografía la feminidad. No es normal atreverse a constatar lo que para ella es obvio, cotidiano y retratable.

Me gustó porque aclara que la educación no es cuestión de especialistas sino algo doméstico. Porque se pregunta “¿y si los defectos fuesen parte del amor?” Porque te cuenta que el “el tiempo masculino es el tiempo del reloj”. Y porque es madre.

Y el Día de la Madre es para elogiarlas, no sólo regalarles. “La mujer no es solamente ‘la otra mitad del cielo’ (Mao), sino esa parte del género humano que concede (o no) el acceso a la vida. El hombre toma forma en su cuerpo y en su mente, se nutre de ella; aprende el lenguaje de la relación, primero y fundamental, mediante un intercambio empático con ella”.

Sonreí un día que un niño me intentó explicar que “un padre es como una madre”: me pareció un político correcto. Pero nuestra autora sostiene que “ningún hombre podrá jamás ser madre” aunque sea cálido y acogedor, que solo una mamá puede serlo.

¡Grande Mariolina! que acaba de publicar “La familia imperfecta. Cómo convertir los problemas en retos”.

Y grandes todas las madres en su Día: el único en el que quizá no son invisibles.

Foto de Sergiu Vălenaș en Unsplash

Amor de madre

Nunca jamás un niño se niega a preparar el regalo del día de la madre. Ni el del padre, eh, porque para ellos un padre «es como una madre». Pero una madre es… “no tengo palabras” diríamos en un acto oficial de esa jornada. ¿Cómo es una madre?

Que conste que quizás el adolescente de turno no se presente el domingo con un dibujito para su mamá, pero ¡ay de aquel que se meta con su madre! Le puede estampar una silla en la cabeza. Prueben si se atreven.

A mi el amor de una madre me parece ilógico e irracional, capaz incluso de amar a un ser desgraciado o delincuente… no digamos simplemente a un mal alumno. Y es capaz de que este se sienta querido aunque no se deje querer. Es un amor exagerado, o sea, amor sin fin. De hecho, todos entendemos que cuando una mujer habla de su “ex” no se está refiriendo a un hijo. Un hijo nunca es “ex”.

«Dios no podía estar en todas partes y por eso creó a las madres», pensaba el autor del Mowgli perdido del Libro de la Selva. Pero yo creo que Dios tuvo envidia del hombre cuando inventó las madres e hizo todo lo posible para tener una, a la que ya nunca dejó ni ella lo abandonó.

Sin embargo, para mi lo mejor de las madres es que son deliciosamente pesadas. Lo pensamos como un piropo-queja: “¡mamá, por favor!”, que es como «gracias, porque eres la única que no pasas de mi». Lo saben y les encanta. Yo nunca se lo dije, pero ella repetía: “me diréis que soy una pesada, pero…”

Prefiero a esas leonas que defienden con uñas y dientes a sus hijos y nos dan la paliza a los profes que a las serenas y objetivas señoras que nunca se enfadan porque ya «saben el hijo que tienen». El amor no es ciego, sino que lo ve todo. El que ama ve lo que otros ni huelen.

Por todo lo cual… y pensando que con un Mother’s Day no da para mucho, pido a las chicas que trabajan en la ONU que espabilen para se declare el 2027 Año Internacional de la Madre, no de la madre naturaleza sino de la que te trajo al mundo.

Feliz Día de la Madre y próspero #2027InternationalMothersYear

Adrianey Arana   ·   Foto de Some Tale en Unsplash

El Día de los Hijos

Cuando le dije a mi madre que me había tragado una canica de acero su cara cambió. Luego no sé qué pasó. Todo fue muy rápido: farmacia, profesora… médico. Ni sé ni cómo se arregló. Sólo recuerdo el hecho por su cara.

Las caras de la madres son el mundo de los niños y no tan niños. La boca de la madre es la que grita el gol, sus ojos los que miran en primera fila de la graduación, su barbilla la que aprueba a la novia, y sus cejas fruncidas las que lo arreglan todo. Lo demás son cosas que pasan, gente de la que te olvidas.

Mañana es el Día de la Madre. Mis contertulios habituales de la misma edad que yo tenía entonces me comentan que las madres son importantes «porque sin ellas no existiríamos». ¿Y el padre? «Un padre es como una madre» dicen. 

«Pero ¿cuándo es el día de los hijos?» me preguntan mientras terminan su regalo para el día del padre y para el de la madre. O sea, que cuando les toca a ellos. 

«El domingo», les digo. Porque ese día vuestra madre sonreirá más y para vosotros eso es lo mejor. Que mamá esté contenta. Creo que les he convencido. Les compensa hasta egoístamente. Porque la cara de una madre es la fuente de información de un hijo. Es la verdad, es lo que pasa y lo que no pasa. Lo demás no importa. 

Decía Lao-Tse que «el padre y el hijo son dos, pero la madre y el hijo son uno». Yo no «lo-tsé» con tanta seguridad, pero más a mi favor: mañana es el día de los hijos.

Photo by ketan rajput on Unsplash