Una hija quiso dirigir unas palabras en el funeral de su padre, papá… fue uno de esos hombres que abrieron caminos en este país y construyeron… -yo pensaba: no criticaron, no destruyeron- caminos, centrales, fábricas, ideas, planos, vida y progreso. Hijas y hijos.
Un discurso laudatorio con amor pero sin sentimentalismo, una alabanza racional y de justicia a su ser querido, a su papá que además era un “padre”. Un discurso con el corazón pero con la cabeza, con emoción pero contenida.
Admiro a estas familias que no confunden el amor y el agradecimiento con la sensiblería y el lagrimeo. Que convierten lo que podría ser un drama en una lección para sus hijos que allí estaban con los ojos y el alma abiertos. Y eso, sin pretenderlo, conmueve.
Adrianey Arana