El famoso director de orquesta Barenboim cree que los niños deberían aprender a componer música. No sólo poseer nociones de su historia o tocar un instrumento. Piensa que componer es una manera de comprender que unas cosas dependen de otras y que en la vida unos dependemos de otros. Y que no es sencillo lograr la armonía que tan agradable resulta.
A mi me sorprende la compenetración. Admiro y envidio esa habilidad entre dos cantantes, músicos, deportistas o amigos. Decía alguien que no es natural, que se trabaja y que en el matrimonio se puede adquirir y mejorar. He escuchado a un experto que la vida de familia no es ni un hotel bien gestionado ni un armisticio, sino una armonía en lo diverso.
No hay nada mejor que el nido familiar, pero en él hay que aprender a compartir. Si no se comparten cosas, no hay vida familiar. Si la comunicación sólo es informativa y racional y no es profunda, no existe.
Sacar adelante una familia es muchas veces tener el carácter de un sherpa, esos guías que suben al Everest dos veces por semana a escaladores que logran la fama por coronarlo una vez. Nadie los conoce ni se les reconoce. Pero lo hacen posible.
Foto: Jacqueline du Pré y su marido Daniel Barenboim