El país del aborto

Con más de 100 años de aborto, Rusia es el país del mundo más experimentado en el tema, así como en otros… Aprobado en 1920 ha tenido hasta los años 90 más abortos que nacimientos. Pero no están contentos. Es como si renegaran de tener alimentos o vivienda o trabajo. De hecho las cifras han bajado desde entonces a casi la mitad. No ha convencido tras 103 años.

El jefe en reproducción del Ministerio de Salud Ruso hacía balance y quería retirar el aborto del sistema de salud. “El aborto tiene que pasar de moda, y convertirse en algo anticuado. Para una persona educada moderna, el aborto debería ser un fenómeno socialmente negativo”.

La Ministra de Sanidad y demás expertos no saben por donde tirar. Ignoran por qué están disminuyendo los abortos en un país que andaba entre el millón y los dos millones al año. No saben. En 2013 se aprobó una ley para prohibir la publicidad del aborto, porque “es tan fácil como comprar una botella de vodka” decía una rusa entonces. Las mujeres sienten que la vida o la muerte de un embrión las está matando.

Han redoblado el apoyo psicológico para afrontar el trauma del ejercicio de este derecho. Pero es difícil explicar y asumir que lo “concebido” y gestado sea persona humana a los 3 o a los 6 meses según el país “en el que no nazca” el embrión de las rusas.

Se puede gozar de derechos sobre la vida y sobre la muerte. Bien lo saben los rusos, siempre en «guerra y paz» consigo mismos desde hace siglos, ahora con 20000 muertos en Ucrania.

Espero que nosotros no necesitemos siglos de embriones y no celebremos lo que en Rusia celebraron como un triunfo hace 103 años y hoy es un trauma.

Adrianey Arana    Foto unsplash sierrastjohn

Quizá ya lo era

Respeto a toda mujer que ha abortado. Algo intuyo del trauma vivido en manos de quienes parece que no te dejan pensar y arrastran tus sentidos en un torbellino de emociones. Supongo que el silencio es la marca que permanece a pesar del perdón y del paso del tiempo. La duda de lo que no fue o sí fue. Como un tatuaje invisible.

Me cuentan de alguna chica que no ha olvidado ninguna píldora del día después ni ese día ni después. Que no se ingirió como una medicina “after hours” para la resaca. Que supuso el inicio del “después”. De un después de quien no podía ni quería ser madre, pero que quizá ya lo era.

Esas dudas o remordimientos me hacen pensar que el aborto no es algo sobre lo que podamos decidir. Hay cosas que no se pueden cambiar aunque las toquemos. Suceden querámoslo o no. Ni nosotros ni nosotras decidimos ni los legisladores aunque las aprueben. La fuerza de la naturaleza decide. Es como un terremoto.

El embarazo fruto de una violación o el no deseado es un embarazo, no un error de la naturaleza: es la vida que es así.

Dejarla ahí no tiene porqué abocar al fracaso. Viví un caso de dos críos, como se denomina ahora a los de 16 años, que decidieron tener el hijo y son felices. Y otra chica que sacó adelante a su bebé en 2º de bachillerato con el apoyo de todo el instituto y de su pareja.

Cuenta Cervantes, que habla y opina sobre el tema en “La fuerza de la sangre”, que tras ser violada Leocadia por un desconocido, el hijo fue maravilloso y “de tal manera su gracia, belleza y discreción enamoraron a sus abuelos, que vinieron a tener por dicha la desdicha de su hija por haberles dado tal nieto”. Y no hago de “spoiler” para que el que quiera lea el trágico y brutal inicio y el sorprendente final.

Lo duro del aborto no se alivia con plazos. Nadie lleva una vida más feliz por haberlo provocado en la semana 10 en vez de en la 20. Ya dicen los propios legisladores que es triste el aborto, pero es un derecho. Como en algunos lugares civilizados es legal y justo tristemente aplicar la pena de muerte. O como fue un derecho tener esclavos.

Aunque queramos, decidamos o legislemos, ya está ahí la vida. Aunque aquella chica no se sienta madre, quizá ya lo era. Porque si no podemos con los microscópicos virus que atacan la vida, menos con la misma vida aunque sea minúscula.

La mayoría de las películas acaban bien y esa es mi esperanza en este país que ahora mismo es lo más parecido a una película. De hecho hay leyes que quedan en desuso al cambiar la sociedad. La cultura por la vida se está abriendo paso de modo más real que la ley.

Porque primero es la vida y luego la norma. Y la vida no hay quien la interrumpa o al menos la pare.

Adrianey Arana

Foto: Unsplash 

Permiso materno

La ministra de Igualdad, Elena Bonetti, en Italia no es igual que la de Igualdad de España. Porque los varones y las mujeres somos iguales, pero las mujeres no. Ha aprobado la Ley de Familia para crear alianzas entre las generaciones y los géneros y apoyar la misión educativa de las familias.

Cuando en Spain se pretende que las niñas de 16 años puedan abortar sin permiso paterno se está generando en el fondo un enfrentamiento padres e hijos. En lugar de fomentar el diálogo entre generaciones y buscar el refugio y consejo en la familia se supone y refuerza la separación y el conflicto.

En Italia se ha hablado estos días de la necesidad de una nueva narrativa de las familia, porque es un recurso ante la crisis, no un problema. La familia supera todo. 

Los profesores seguiremos pidiendo el permiso paterno firmado a la niñas de la ESO para la visita cultural de la clase al museo local la próxima semana. Si no, se quedan en clase. Y en el «super» y en los bares sólo podrán pedir Aquarius el viernes aunque tengan permiso materno, por cierto, ministra, “materno” suena mejor. 

Tampoco estaría de más recomendar el diálogo con el que ha tenido el 50% del papel en el tema, o sea el progenitor. Se entiende que a ese chico también le daría madurez (si no lo tiene ya por tener 16 años) el diálogo «en plan hablamos del tema, chicos» de la ESO. Porque si ella tiene cabeza para abortar y queremos fomentar la igualdad, el niño la debe tener para aconsejar y enfrentarse al embarazo. 

Dicen que hablando se entiende la gente. Y es cierto. No ocultando y callando. Sé de algunos que han hablado… en la ESO y ahora son padres felices. Con un niño precioso.

Adrianey Arana

Foto de Kelly Sikkema en Unsplash

¿Y por qué?

Todos los ginecólogos de la sanidad pública de La Rioja están acogidos a la objeción de conciencia para no practicar abortos. Las mujeres que quieren hacerlo se ven obligadas a desplazarse a otra Comunidad. Porque tampoco lo hacen en clínicas privadas. Y aún así tampoco es tan fácil.

Hay 8 provincias españolas en las que no se han practicado abortos en 30 años: Teruel, Ávila, Palencia, Segovia, Zamora, Cuenca, Toledo y Cáceres. Y tampoco resulta muy fácil en Canarias, Lugo o A Coruña. Los médicos no quieren.

Yo soy maestro, no sé de otorrino ni de Bolsa, ni de ginecología. Los ginecólogos son los que saben de ginecología. Y me pregunto ¿por qué no quieren abortar?  Encuentro contestaciones, pero de políticos… como Henar Moreno, política riojana que suelta que “no se puede plantear la objeción de conciencia como prioritaria frente al derecho del paciente». Ya, pero, ¿por qué los que saben, objetan?

También contestan periodistas, como Évole al que le dijo un tal Francisco: “¿es lícito eliminar una vida humana para resolver un problema?» Y yo te digo, Jordi, puede haber un problema, sí, claro, pero ¿por qué tantos se niegan a resolverlo así?

En Navarra iban obligar a esos médicos que no quieren, o sea, a todos, a no objetar si querían trabajar en la sanidad pública. ¡Ala, se acabó, no hay más que hablar!, que somos navarros o qué?! Se quedó en un un registro de «médicos objetores». Y por ahí van ahora Irene y Yolanda, siempre ‘twitt-enfadadísimas’.

Ya, pero, ¿por qué todos o casi todos los ginecólogos no quieren abortar? Es que se me ha pegado esa insistencia de los niños hasta que no les dices la verdad: …¿y por qué?

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Gracias mamá por el 21N

 


Gracias mamá por el 21N

Mi madre me fue a buscar a París el 21N.

Y tal día como hoy salí a la luz pública. Nací. Tuve esa suerte. Me cuidaron mi madre y mi padre y mi madrina y una chica que me enseñó a hablar portugués. Luego crecí y empecé a trabajar, y hoy cumplo 53 tacos.

Desde hace ‘tacos’, este día llamo a mi madre prontito para felicitarle: gracias, mamá.

Es el día más importante de mi vida, nunca mejor dicho lo de vida.

Quizá esta mi feliz simplicidad es lo que me impide entender el aborto, o más bien su defensa.

No entiendo por qué algunas abortan y celebran su cumpleaños.

No entiendo que una madre aborte y al mismo tiempo me reclame todos los esfuerzos posibles para sacar adelante a otro hijo en la escuela.

Señora, si no aprueba, pruebe con otro.

Entiendo la muerte. Los seres vivos se mueren. Pero nunca he comprendido la muerte inútil.

No entiendo la muerte inútil ni del inútil.

No entiendo la pena de muerte ni aplicada a un asesino. ¿Lo matas por no haber respetado la vida?

Aborto olivdado, aprobado, organizado, permitido, hipócritamente incoherente, despiadado, insolidario, negro.

Por votos. Por seguir gobernando ¿para qué?

El aborto es el nudo de la incoherencia de nuestra sociedad, porque es inexplicable.

No hay nada más triste que el agrio grito abortista que reclama la muerte. Nunca he sido capaz ni de mirar hacia una clínica de ésas, ni de imaginarme en el corredor de la muerte de los americanos.

No soy del pepé ni del pesoe ni del podemos, porque todos empiezan por p. Ni siquiera soy de los provida.

Soy de los que no entienden por qué a estas alturas de la vida humana hay que defender la vida, culpable o inocente.

Ni entiende por qué la mayoría puede decidir matar a la minoría.

Creo que el pepé ha perdido el norte, el pesoe el sur; y ‘podemos’ perdernos todos.

“El grado de civilización de una sociedad se mide por el trato que da a sus presos”, decía Dostoyevski. Bebés presos.

“La grandeza de un hombre se mide por el trato que brinda a quien no puede hacerle daño ni causarle beneficio”, sigue aconsejando Covey a los políticos para ser ‘altamente efectivos’.

“Un gran hombre demuestra su grandeza por la forma en que trata a los pequeños”, Carlyle.

El gobierno puede perder las elecciones por reformar la ley del aborto, aunque muchos analistas dicen que puede ganarlas precisamente si lo hace ahora. Liderazgo en todos los sentidos. Le quedan más semanas para hacerlo que semanas vive un aborto.

Me uno a la manifestación por la vida del 22N, aunque no sea lo mío manifestarme. Ya me estoy manifestando. Lo hago cada año, tal día como hoy cuando marco el teléfono de mi madre de 89 tacos y le digo: Gracias, mamá.