La película Justicia Artificial del coruñés Simón Casal atrapa a los interesados en la IA, en la política y en la justicia. Un enamorado de La Coruña descubre además sus rincones con una lograda e inquietante mirada verde noir, fría, enigmática y novedosa.
Una jueza se ve arrastrada por un proyecto que pretende implantar un sistema artificial en la Administración de Justicia de España. La tensión aumenta en forma de thriller de conspiración y con diálogos breves e inteligentes.
El filme parte de un documental previo con guión del filósofo Miguel Penas e intervenciones de juristas internacionales. Resulta interesante el intento de despolitizar y automatizar la justicia, además de acelerar los procesos, con el apoyo de big data y algoritmos que predicen la reincidencia criminal. La sentencia se completa de forma automática.
Sin embargo, me parece más inspirador el simple argumento final de que la justicia no sólo se fundamenta en lo que sucedió en el pasado, sino en lo que genera. El juez puede dar otra oportunidad a las persona y crear jurisprudencia. La justicia genera justicia.
Late un esperanzador mensaje de misericordia reflejado en los deseos de la jueza protagonista de ser madre a pesar de no haberlo logrado antes y de la advertencia médica de la escasa probabilidad de éxito en su caso. A pesar de todo decide ser madre.