“Buenos días. Se me hace raro levantarme un jueves y saber que hasta dentro de dos meses no volveré a pisar el centro.
Le escribía para desearle un feliz verano y darle las gracias por el maravilloso curso que me ha hecho pasar, aunque también ha habido momentos difíciles en los que me ha hecho sufrir, pero al final con un poco de esfuerzo todo se puede.
A lo mejor le veo en la recogida de notas y, si no, pues ya queda dicho. Espero verle el año que viene con las pilas cargadas para seguir haciéndonos sufrir en sus clases de X de la ESO. Un saludo.”
Este correo lo he recibido hoy. No sé por qué solo se habla de los adolescentes y sus problemáticas, de los malos resultados, del suicidio y del fracaso escolar.
Si un profesor real pudiera escribir lo que aprendemos de ellos, de su ingenio y frescura, de sus retos logrados, de sus ganas de vivir y de cómo te la contagian… todo el mundo querría ser profesor.
Y eso solo está reservado para quienes deseen disfrutar de emociones Red Bull, de un modo de vida intergeneracional sin gafas virtuales, de estar en un aula horas y horas y horas (lo demás es teorizar) y disfrutar de unas vacaciones de días y días y meses. Gracias, alumnos, por este curso.
Adrianey Arana · Foto de leah hetteberg en Unsplash