MACARENA MAURICIO.- Mi padre, de la cosecha de 1945, es hoy el día que recita los ríos y afluentes de España de carrerilla y haciendo rimas. Es capaz de hacer lo mismo con las capitales de provincia, cabos, golfos y con un montón de cosas más. Y presume de ello: de haberlo aprendido hace la friolera de más de medio siglo y recordarlo a día de hoy.
Antes lo que se aprendía nunca se olvidaba. Hoy no aprendemos ni mejor ni peor sino de otra manera. Se aprenden las cosas y si algo se olvida puedes refrescarlo al momento porque tienes cualquier contenido al alcance. Por otro lado, estamos sometidos a tanta información que en ocasiones resulta abrumador, llegando a retener lo que buenamente podemos.
Y en ese viaje de la vida en el que aprendemos, olvidamos, reciclamos y refrescamos continuamente, hay cosas que se aprenden y se graban a fuego y esas son las cosas que se enseñan en nuestro hogar.
En casa se aprende a compartir las alegrías y a consolar las penas. A dar sin recibir. A estar en las necesidades de los demás. A ser fuerte ante las adversidades. A respetar las diferencias de cada uno.
También se aprende a mirar con el corazón. A pedir perdón, a dar las gracias y a decir te quiero. Se aprende a discutir pero sobre todo se aprende a querer con toda el alma. Y todo eso lo actualizamos con nuestros hijos, y con los hijos de nuestros hijos que luego trasmitirán ¡a sus nietos! Porque todo lo que se enseña en casa además de aprenderlo y convertirnos en los que somos, no se olvida jamás.