IGNACIO LETE.- Un día, toda la familia en la cocina, cenando. Y, no sé cómo, se me ocurre hacer reflexionar a mi hija.
-María, ¿qué esperas de la vida?, ¿cuál es tu objetivo en la vida?.
-Yo quiero ser feliz, me responde.
No dije nada, pero medité unos días. Finalmente, mi respuesta es que a menudo he comprobado que los momentos felices los he reconocido cuando ya han pasado, y son aquellos en que me he dedicado a algo con un sentido profundo, que no tiene que ver con mi bienestar o mis intereses, y durante los cuales me olvido un poco de mí, del agobiante yo interior. La felicidad es algo así como un producto no buscado.
Y esta conclusión, no se la digo inmediatamente a mi hija. Se la envío a familiasconchildren, para que pueda mi querida hija leerla en su frecuentada pantalla, sabiendo que estoy tan convencido de ella como para pregonarla en las redes sociales.
Foto: pixabay Gilmanshin