Leyendo con mis hijos

 

¡María, María, hay librería! Pablo tendría cinco años y se dirigía así a su hermana, corriendo alegre a decírselo al ver alzados sobre su cama los álbumes ilustrados recién traídos de la biblioteca y que yo acababa de colocar, como cada pocos días, para alimentar la lectura en voz alta de la noche, con ellos ya en la cama.

     ¿Por qué les leía? Para compartir lo que a mi me apasiona. Para estar a gusto juntos, con un padre poco dado al ejercicio. Para hacerles conocer otros mundos y vivir otras vidas. Para ofrecer la palabra en una época en que las imágenes se nos dan de manera avasalladora.

     En el fondo, una ilusión: que llegasen a ser lectores ellos mismos. Pero sin que la ansiedad por el posible logro futuro enturbiase el momento vivido.

     Porque “si la literatura es un lujo, las ficciones son una necesidad”. Y ficciones aplanadoras se nos dan a todos, pero es bueno ofrecer las más plenas de belleza y sentido.

Ignacio Lete

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Felicidad I

IGNACIO LETE.- Un día, toda la familia en la cocina, cenando. Y, no sé cómo, se me ocurre hacer reflexionar a mi hija.

     -María, ¿qué esperas de la vida?, ¿cuál es tu objetivo en la vida?. 
     -Yo quiero ser feliz, me responde. 
      No dije nada, pero medité unos días. Finalmente, mi respuesta es que a menudo he comprobado que los momentos felices los he reconocido cuando ya han pasado, y son aquellos en que me he dedicado a algo con un sentido profundo, que no tiene que ver con mi bienestar o mis intereses, y durante los cuales me olvido un poco de mí, del agobiante yo interior. La felicidad es algo así como un producto no buscado.
     Y esta conclusión, no se la digo inmediatamente a mi hija. Se la envío a familiasconchildren, para que pueda mi querida hija leerla en su frecuentada pantalla, sabiendo que estoy tan convencido de ella como para pregonarla en las redes sociales.
Foto: pixabay Gilmanshin
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Hijos con cultura

IGNACIO LETE. Sin duda, padres y educadores coincidimos en la voluntad de hacer todo lo posible para que nuestros hijos y alumnos sean personas cultas. Es por ello que necesitamos un concepto de cultura. 

La cultura no es el mero acumulo de conocimientos. Tampoco el disfrute egoísta de las manifestaciones artísticas, por elevadas que éstas puedan ser. 

La cultura es conversación. Requiere la aproximación educada al otro, con reconocimiento pleno de su dignidad de persona, en pie de igualdad con la nuestra. Es por ello que las fórmulas principales de la educación ("por favor", "gracias",  "perdón") son puerta de acceso a la posibilidad de adquirir cultura. 

La conversación que lleva a la cultura nunca se reduce a un mero intercambio de opiniones, sino que asienta en argumentos. Los argumentos son expuestos de forma clara, con reconocimiento de su origen y entrelazados con coherencia. 

Del concepto de cultura como conversación se deducen varias conclusiones. Una de ellas es que hay personas que no son aficionadas a la lectura y que, sin embargo, sí son personas cultas. De hecho, todos nos hemos hecho partícipes de ideas provenientes de los libros a través del trato con otras personas. Los libros son en realidad la forma de proseguir la conversación por otros medios. Otra conclusión es que el "contacto" que proporcionan los medios digitales no sustituye al "encuentro" de la comunicación presencial, si bien pueden completarlo, matizarlo. 

La noción de cultura como conversación se completa con otra de parecida importancia, la de que es también capacidad de elegir nuestra compañía de entre lo mejor, lo más lleno de bondad y belleza: las personas cuyo trato puede ayudarnos a crecer interiormente, las manifestaciones de la naturaleza o de las artes que más hondamente puedan llegarnos…..

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Hijos con cultura

IGNACIO LETE. Sin duda, padres y educadores coincidimos en la voluntad de hacer todo lo posible para que nuestros hijos y alumnos sean personas cultas. Es por ello que necesitamos un concepto de cultura. 

La cultura no es el mero acumulo de conocimientos. Tampoco el disfrute egoísta de las manifestaciones artísticas, por elevadas que éstas puedan ser. 

La cultura es conversación. Requiere la aproximación educada al otro, con reconocimiento pleno de su dignidad de persona, en pie de igualdad con la nuestra. Es por ello que las fórmulas principales de la educación ("por favor", "gracias",  "perdón") son puerta de acceso a la posibilidad de adquirir cultura. 

La conversación que lleva a la cultura nunca se reduce a un mero intercambio de opiniones, sino que asienta en argumentos. Los argumentos son expuestos de forma clara, con reconocimiento de su origen y entrelazados con coherencia. 

Del concepto de cultura como conversación se deducen varias conclusiones. Una de ellas es que hay personas que no son aficionadas a la lectura y que, sin embargo, sí son personas cultas. De hecho, todos nos hemos hecho partícipes de ideas provenientes de los libros a través del trato con otras personas. Los libros son en realidad la forma de proseguir la conversación por otros medios. Otra conclusión es que el "contacto" que proporcionan los medios digitales no sustituye al "encuentro" de la comunicación presencial, si bien pueden completarlo, matizarlo. 

La noción de cultura como conversación se completa con otra de parecida importancia, la de que es también capacidad de elegir nuestra compañía de entre lo mejor, lo más lleno de bondad y belleza: las personas cuyo trato puede ayudarnos a crecer interiormente, las manifestaciones de la naturaleza o de las artes que más hondamente puedan llegarnos…..

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Si no fuera tan fácil

     Creo que a medida que avanzamos en años todos nos hacemos conscientes de la importancia de la paciencia, de cómo enriquecería nuestra vida ser capaces de ejercerla en mayor medida.

     Dos pequeños fragmentos (uno de ellos mínimo) encontrados recientemente, en lugares inesperados, una novela, una entrevista de prensa, me han llamado la atención por su profundidad y belleza.

     "Si la paciencia no fuera tan fácil de poner a prueba, no sería una virtud”.1

     “La paciencia es valentía, elegancia y constancia, a partes iguales. Tiene aspecto de ser un medio pero le gusta ser tratada como un fin. La paciencia trae consigo el más preciado de los dones: más paciencia”.2

 

(1) En la novela "Un caballero en Moscú", de AMOR TOWLES; valiosa novela, gran reseña en bienvenidosalafiesta 

(2) Entrevista a José María Cano, cantante, escritor de canciones y pintor, en El Mundo 

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