Haciendo coaching con un alumno de 6 años tras el almuerzo escolar me quedé adormilado en la silla. Cuando me rehice, el niño seguía hablando de sus cosas. Pensé: le encanta que alguien incluso parezca que le escucha.
Descubro un nuevo déficit de atención pasivo, no activo: que alguien me atienda. Es inusual que una persona experta y desinteresada se muestre 'interesada' y dispuesta a escucharnos relajadamente y sin interrupciones.
Lo llamo child coaching y es como la tutoría. El profesor se entrevista con el alumno en un lugar confortable, sin escritorios de por medio. Lenguaje corporal del adulto: te escucho y te hablo. Conversación relajada e informal, sin interrogatorios ni riñas. Cero pantallas, cero móviles. Único fin: la asesoría o acompañamiento del alumno en sus decisiones, dudas y éxitos. Compartir y motivar. Conversar.
Que conste que me está resultando eficaz con niños de 6 años. A los niños no se les hace mucho coaching que digamos. Por eso cuando llamé a uno de los primeros este curso para charlar y le pregunté '¿qué tal estás?', me dijo “bien”, se incorporó y preguntó: '¿aviso a otro?'
"Stop trying to perfect your child, but keep trying to perfect your relationship with him" (Dr. Henker)
Adrianey Arana