Me repetían en la escuela que el que mucho abarca poco aprieta, que era inconstante, lento, de letras y hasta que prometía como lanzador de disco (!). Vale.
Pero eran mis padres quienes me definían, a favor o en contra de la realidad, y defendían. Me creaban una elevada autoestima, que no autoconcepto porque de hecho luego me la pegué. Pero tenía y podía salir adelante: si había gente que creía en mí, yo creía en mí.
Esa voz interior no es lo mismo que la conciencia o Pepito Grillo, ni el “conócete a ti mismo”, sino la grabadora de la infancia, según Marian Rojas.
Una experta recomendaba ayer construir la “voz interior” de los hijos o alumnos. Decirles, hablarles, repetirles. Truco: estar en casa.
ADRIANEY ARANA · Foto de Jan Kopřiva en Unsplash