En Japón es tan raro dormir en un “saco de dormir” como aquí en un árbol. Por eso varios jóvenes se han entrenado para usarlos la próxima semana fuera de su país. Interrail, fiestas locales y conciertos internacionales agitan el cocotero veinteañero. “Aquí no existe esa costumbre, es muy raro tener un saco de dormir y necesitamos preparar a los jóvenes” explica una monitora japonesa de cara al evento.
Bruce, el Boss de 73 años, congregaba ayer, 25 de julio, en Monza a doce mil seguidores hasta de Coruña-city. Cuarenta mil al día en el Resurrection Fest gallego. Más de cien mil en un concierto de otro grupo en México. Doscientos mil en cuatro entradas seguidas de Coldplay en Barcelona.
Pero ¿por qué, por ejemplo, Fadi Dinkha, joven de Kirkuk (Irak) se viene esta semana a Europa al mismo evento que los japoneses del saco de dormir, al que también acudirán cerca de cien mil españoles? A Fadi se le conoce por haber sido el primero en inscribirse como voluntario. 350 mil inscritos en la web y más que se esperan. Gratuito, pero te tienes que montar el viaje, pillar comida… y saco de dormir.
Quizá se trate del espectáculo con récord de asistencia del verano, que se repite cada dos años en distintos lugares del mundo: Buenos Aires, Santiago de Compostela, Denver, Manila, París, Roma, Toronto, Colonia, Sidney, Madrid, Río de Janeiro, Panamá…
Hay música y actuaciones como en toda movida juvenil, pero al que van a escuchar estos locos no es a un boss de 73 años, sino a otro de 80 tacos que juntó a un millón de asistentes en el 2000 en Italia, a otro de 84 que sea llevó a otro millón en el 2011 a Madrid y ahora a otro de 86 (que casi no anda) a Lisboa. Entonces eran Wojtila y Ratzinger y ahora es Bergoglio. Todos usan otro nombre artístico, pero representan al mismo personaje.
Hasta se han dado cita en esta edición estudiantes rusos y ucranianos para orar juntos en la Jornada Mundial de la Juventud del 5 y 6 de agosto en Lisboa 2023. Este tsunami silencioso de religión recorre todos los continentes manteniendo la esperanza de que ser jóvenes tiene sentido.
A los milenials y a las Generaciones Z y Alfa les atrae la religión como lugar de clima suave, fresco y alegre en el que se puede respirar y esperar. Y es que en un mundo individualista, cómodo y sin compromisos la religión puede ser el tatuaje invisible que ya llevan miles de jóvenes que quieren dormir al aire libre.
Adrianey Arana