Damas y caballeros

 

«Decir que es una persona que nunca hace daño equivale casi a definirla. Evita todo lo que podría causar perturbación o inquietud en el ánimo de aquellos con los que le ha tocado compartir suerte; evita los conflictos de opiniones o de sentimientos, las reservas, las desconfianzas, los comentarios negativos o amargos, el resentimiento. 

Su gran tarea es hacer que cada uno se encuentre a gusto, como en su casa. No confunde nunca las críticas malévolas o las frases hirientes con auténticas argumentaciones, y no insinúa jamás lo que no es capaz de decir abiertamente. 

No le pesan los favores mientras los realiza y parece recibir cuando en realidad está dando. Nunca habla de sí mismo excepto cuando se ve obligado y jamás se defiende con una fea réplica. No tiene oídos para los chismes ni las calumnias ni tampoco se aprovecha de ventajas injustas”

Lo dice Newman del auténtico caballero, pero vale para la auténtica dama o mujer, para la verdadera madre o padre de familia, persona o maestro, ciudadano y ciudadana. 
Estefanía Laya es el seudónimo de la persona colaboradora.