DAMAS O CABALLEROS

El listillo se coloca detrás de la ambulancia y adelanta a todos pegado a ella. Es un listillo porque cae mal al sacar partido de la desgracia ajena. El pillo es el que cae bien porque saca tajada de los ricos o porque tima al turista derrochador de dinero. Y luego está Arsenio Lupin, ladrón y caballero, que roba a una ladrón y tiene 100 años de perdón.

Pues otro listillo es quien aparca en una plaza de minusválidos “un momentito” haciendo la vida un poco minús válida a quien ya tiene problemas. Es cierto que no pasa nada. Pero es aprovecharse de la desventaja de otro. Quizá lo hemos hecho todos o algunos alguna vez.

En la mesa y en el juego se conoce al caballero… y en el tráfico más. La nueva Ley de Tráfico no ha aceptado al fin la retirada de puntos por aparcar en plazas de minusválidos, porque no supone un “riesgo para la vida”. Pero sí admitió el Ministerio que es un comportamiento “grave, antisocial e incívico”.

Y más en estas plazas de parkings de colegios. Porque son niños y la desventaja es mayor y el listillo por tanto es peor. Y esas familias que luchan por sus hijos necesitan que todos seamos damas o caballeros que les dejemos pasar y les regalemos cada día “un momentito” de vida más fácil y feliz.

Damas y caballeros

 

«Decir que es una persona que nunca hace daño equivale casi a definirla. Evita todo lo que podría causar perturbación o inquietud en el ánimo de aquellos con los que le ha tocado compartir suerte; evita los conflictos de opiniones o de sentimientos, las reservas, las desconfianzas, los comentarios negativos o amargos, el resentimiento. 

Su gran tarea es hacer que cada uno se encuentre a gusto, como en su casa. No confunde nunca las críticas malévolas o las frases hirientes con auténticas argumentaciones, y no insinúa jamás lo que no es capaz de decir abiertamente. 

No le pesan los favores mientras los realiza y parece recibir cuando en realidad está dando. Nunca habla de sí mismo excepto cuando se ve obligado y jamás se defiende con una fea réplica. No tiene oídos para los chismes ni las calumnias ni tampoco se aprovecha de ventajas injustas”

Lo dice Newman del auténtico caballero, pero vale para la auténtica dama o mujer, para la verdadera madre o padre de familia, persona o maestro, ciudadano y ciudadana. 
Estefanía Laya es el seudónimo de la persona colaboradora.