Gracias mamá por el 21N

 


Gracias mamá por el 21N

Mi madre me fue a buscar a París el 21N.

Y tal día como hoy salí a la luz pública. Nací. Tuve esa suerte. Me cuidaron mi madre y mi padre y mi madrina y una chica que me enseñó a hablar portugués. Luego crecí y empecé a trabajar, y hoy cumplo 53 tacos.

Desde hace ‘tacos’, este día llamo a mi madre prontito para felicitarle: gracias, mamá.

Es el día más importante de mi vida, nunca mejor dicho lo de vida.

Quizá esta mi feliz simplicidad es lo que me impide entender el aborto, o más bien su defensa.

No entiendo por qué algunas abortan y celebran su cumpleaños.

No entiendo que una madre aborte y al mismo tiempo me reclame todos los esfuerzos posibles para sacar adelante a otro hijo en la escuela.

Señora, si no aprueba, pruebe con otro.

Entiendo la muerte. Los seres vivos se mueren. Pero nunca he comprendido la muerte inútil.

No entiendo la muerte inútil ni del inútil.

No entiendo la pena de muerte ni aplicada a un asesino. ¿Lo matas por no haber respetado la vida?

Aborto olivdado, aprobado, organizado, permitido, hipócritamente incoherente, despiadado, insolidario, negro.

Por votos. Por seguir gobernando ¿para qué?

El aborto es el nudo de la incoherencia de nuestra sociedad, porque es inexplicable.

No hay nada más triste que el agrio grito abortista que reclama la muerte. Nunca he sido capaz ni de mirar hacia una clínica de ésas, ni de imaginarme en el corredor de la muerte de los americanos.

No soy del pepé ni del pesoe ni del podemos, porque todos empiezan por p. Ni siquiera soy de los provida.

Soy de los que no entienden por qué a estas alturas de la vida humana hay que defender la vida, culpable o inocente.

Ni entiende por qué la mayoría puede decidir matar a la minoría.

Creo que el pepé ha perdido el norte, el pesoe el sur; y ‘podemos’ perdernos todos.

“El grado de civilización de una sociedad se mide por el trato que da a sus presos”, decía Dostoyevski. Bebés presos.

“La grandeza de un hombre se mide por el trato que brinda a quien no puede hacerle daño ni causarle beneficio”, sigue aconsejando Covey a los políticos para ser ‘altamente efectivos’.

“Un gran hombre demuestra su grandeza por la forma en que trata a los pequeños”, Carlyle.

El gobierno puede perder las elecciones por reformar la ley del aborto, aunque muchos analistas dicen que puede ganarlas precisamente si lo hace ahora. Liderazgo en todos los sentidos. Le quedan más semanas para hacerlo que semanas vive un aborto.

Me uno a la manifestación por la vida del 22N, aunque no sea lo mío manifestarme. Ya me estoy manifestando. Lo hago cada año, tal día como hoy cuando marco el teléfono de mi madre de 89 tacos y le digo: Gracias, mamá.

Ser profesor en Bélgica



Ser profesor en Bélgica

Ser profesor en Bélgica no debe ser nada fácil. Tengo que informar a la madre de esta alumna de que si su hija lo desea puede abortar cuando le venga en gana, pero que, sintiéndolo mucho, necesita una autorización materna para ir a visitar el museo próximo al colegio. Puede solicitar su eutanasia si lo desea sin consentimiento de ella misma, pero necesito rellenar un protocolo de siete folios para darle en el colegio el jarabe para la tos. La niña puede ir al parque de enfrente y dejar la basura del botellón esparcida hasta que la recoja la limpieza local, pero debe aprender que en clase no se tiran papeles en el suelo.

Lo siento, señora, pero la educación es una cosa y la vida real es otra.
En el colegio hay unas normas porque los niños son menores. Fuera, ellos deciden. Aquí -le digo- nos proponemos sacar adelante con todo tipo de apoyos, refuerzos y orientación a los niños con graves conductas, deficiencias, síndromes y necesidades educativas. Luchamos por ellos, porque en un colegio un niño es una persona. Si a usted no le parece bien, aborte a su próximo embrión al que detecten una anomalía. Pero no le dé la oportunidad de llegar a ser alumno, porque entonces vivirá y usted tendrá problemas, porque será madre. Y yo profesor. Por eso a los niños les enseñamos a resolver problemas, no a eliminarlos.

Le tendré que decir: mire, señora, es cierto que ustedes paren y ustedes deciden, pero ese feto suyo, consecuencia de una conducta temeraria, sí, por supuesto, o no querido, es ya un alumno mío porque está aprendiendo desde el seno materno. Nos está oyendo. Y si le pongo ahora mismo determinada música -con su autorización, claro-, puede llegar muy lejos, podría llegar a amarla a usted y a poner una rosa y a verter una lágrima en el funeral de su madre… y en el mío quizás.