Que dice Irene Montero que van a quitar la necesidad del permiso paterno para abortar a los 16 años. Ser profesor de la ESO en España no debe ser nada fácil. Tengo que informar a la madre de esta alumna de que si su hija lo desea puede abortar cuando le venga en gana, pero que, sintiéndolo mucho, necesita una autorización materna para la visita cultural que haremos al museo local. Puede solicitar su eutanasia si lo desea sin consentimiento de ella misma, pero necesito rellenar un protocolo de siete folios para darle en el colegio el jarabe para la tos. La niña puede ir al parque de enfrente y dejar la basura del botellón esparcida hasta que la recoja la limpieza local, pero debe aprender que en clase no se tiran papeles en el suelo. Aquí los Menores llevan la m y los mayores la M.
Lo siento, señora, pero la educación es una cosa y la vida real es otra.
En el colegio hay unas normas porque aquí es su hija pero fuera del horario escolar no lo es. Fuera, ellos deciden. Aquí -le digo- nos proponemos sacar adelante con todo tipo de apoyos, refuerzos y orientación a los niños con graves conductas, deficiencias, síndromes y necesidades educativas. Luchamos por ellos, porque en un colegio un niño es una persona. Si a usted no le parece bien, aborte a su próximo embrión al que detecten una anomalía. Pero no le dé la oportunidad de llegar a ser alumno, porque entonces vivirá y usted tendrá problemas, porque será madre. Y yo profesor. Por eso a los niños les enseñamos a resolver problemas, no a eliminarlos.
Le tendré que decir: mire, señora, es cierto que ustedes paren y ustedes deciden, pero ese feto suyo, consecuencia de un descuido, es ya un alumno mío porque está aprendiendo desde el seno materno: nos está oyendo. Y si le pongo ahora mismo determinada música -con su autorización, claro-, puede llegar muy lejos, podría llegar a amarla a usted y a poner una rosa y a verter una lágrima en el funeral de su madre… y en el mío quizás.