A que no me reconoces

Semana y media de curso escolar. Nuevo cole, nuevos niños. Pero ya nos conocemos sin habernos visto las caras. Un simpático alumno de 5 años se baja un segundo la mascarilla y todo ocurrente me pregunta jugando “¡A qué no me reconoces sin mascarilla!” Le tengo que seguir la broma: "¡Anda, a ver… póntela… ahora con ella…sí: Fulanito!”
 

Ya nos conocemos por los ojos, por el pelo, por los gestos… no sé, no nos los planteamos, somos nosotros. Me decía ayer mi peluquero que el estheticienne se está forrando a hacer sólo cejas de chicas. Claro, es lo que se ve. (Yo no me las hice… sólo corte). Y también veo que se están redescubriendo la fotos de miradas tipo portada del National Geographic del 85 (de Steve McCurry).

Si es tan fácil ver y y es tan difícil ocultar ¿por qué  falta tanta comunicación y hay tanta excusa para comprendernos? Los ojos son el espejo del alma. Sobran la mueca y las caras tristes y serias de todos los y las modelos, las dentaduras perfectas, las barbas de los hipsters y hasta los abrazos del neo-sentimentalismo. La comunicación corporal es más de palabras y de miradas, más de gestos de amabilidad, de mensajes y de humor. Sobra mucho cuerpo y falta corazón.

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