“No entiendo lo de las horas”… me dice un niño por la clase on line. ¡Puff, lo del reloj les cuesta un congrio!, y sobre todo lo de la aguja grande y la pequeña. Porque además un reloj para ellos es un smartwatch, y lo que quieren saber ahora es lo de los numeritos y lo de cero-cero y nada más. Para jugar a cambiarla.
Y quién me manda a mi ponerme a explicarles la hora precisamente en un momento en que ni el reloj ni el calendario se mueven desde hace más de un mes. Es absurdo. Por eso lo de que este curso es especial es así. Están aprendiendo otras cosas: lo que les estamos enseñando de modo 'no reglado'. Lo que están viendo 24 “horas” al día: nuestras cara y nuestras reacciones. Esa sonrisa cuando no hay wifi. Aprenden a sonreír.
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