Clase on line, la madre enchufando el audio y la cara del niño pegada a la cámara, sin mascarilla y a menos de 2 centímetros: “¡mira, se me ha caído un diente!”. Y el imparable Ratoncito Pérez le dejó un regalito en la almohada en pleno confinamiento. Y me pega la hoja de las tareas al objetivo para que vea la buena letra. Distanciamiento.
De cerrar los colegios a cal y canto con conciliaciones imposibles para los padres a abrirlos pero con medidas de la NASA irrealizables por el profesorado y por el Ratoncito Pérez hay términos medios más normales.
Hace 30 años las medidas higiénicas en comedores escolares, en baños públicos, en piscinas, o en hospitales eran ridículos. No digamos en las rutas escolares. La nueva normalidad ahora es que en los hospitales no se fuma, en los baños de la autopista pone “limpiado a las 17’00 h. por fulano”, en las piscinas hay que ir con gorro. En los buses los niños van con cinturón y cuidadora. Y me quedo corto.
Elevar la exigencia de medidas higiénicas y las rutinas sanitarias o saludables en los colegios es posible. En comedores, baños, casilleros, rutas de bus, material de uso personal.
Lo que no se puede es tener solo 15 niños en un aula y separados todo el día en burbujas de 2 metros. En los colegios no hay distancia social. Los maestros limpiamos, fregamos vómitos, ponemos termómetros y, sobre todo, corregimos cuadernillos en los que te encuentras hasta restos de merienda, o afilamos lápices recién chupados. Todo eso y más no se evita con “aulas de 15 niños y medidas de distanciamiento social” en niños que nunca en su corta vida se ha separado más de 2 metros de nadie.
Sí se pueden exigir medidas de mejora como una mayor digitalización en los materiales escolares. Se puede decir a las familias que para el próximo curso adquieran tablets u ordenadores en lugar de una lista con mil cuadernillos, lápices y colores, y evitar trasiego de materiales. Se puede jugar en el recreo, pero luego lavarse las manos. Se puede poner una mascarilla para coger el bus escolar, además de abrocharse el cinturón. Se pueden elaborar menús más controlados por Sanidad. Se pueden colocar más dispensadores de gel y de jabón y secamanos, se pueden mejorar los baños de alumnos y los dispensadores de papel higiénico. Se puede quedar en casa el niño que esté malito y no mandarlo al cole.
Las editoriales pueden ofrecer algo más interactivo que no sea humo o “pdfs”. Las plataformas educativas pueden ser tan atractivas, útiles y fáciles de usar como lo es la Play por la tardes. Y las aplicaciones para clases on line pueden tener la posibilidad de que el profe, por favor, apague los micros de todos los niños y el chat, para poder oírse unos a otros sin ecos y que se pueda tener algo parecido a una "classroom" sin muchos malabarismos. Y facilitar a los profes medios digitales adecuados y no un calendario de propaganda.
Y por supuesto todo con gran normalidad. Pero no vale decir que mientras no se sepa qué va a pasar no se me ocurre qué pensar.
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