Adictos

En mi familia somos adictos a la nata. A  la casera y a la de spray. Cualquier comida es un pretexto para un postre "tapado" por nata. No es la “fariña” de las series, pero es una adicción de la que algún familiar se está desintoxicando.

Hay también adictos a Netflix. Para relajarse, desconectar, aislarse. No llega a ser una droga, pero engancha y las “descargas” son peligrosas y su compra compulsiva.

Y luego están los adictos al trabajo. Ahí estamos a veces todos. Si yo me puedo ir "pa casa" a las 5 de la tarde, me quedo a trabajar porque hay mucho trabajo, o porque puedo adelantar trabajo, o porque aquí no me molesta nadie, o porque aquí va bien la wifi. “Además ahora en casa no hay nadie”.

Y seguimos metidos en el cutre narco-submarino que nos hemos fabricado para traer pasta a casa y no subir a la superficie mientras el aire sea respirable. Y si falta oxígeno: Netflix. Lo importante es sólo el futuro, nunca el presente.

Pero en el hogar y en el nido tiene que haber alguien hoy haciendo “nada”. Solo estar. Y merendar. Porque las comidas en familia… sí. Pero “la merienda es el hogar”.  Amortigua el estrés y reduce los niveles de la adicción al trabajo. En mi casa siempre hemos merendado. Y a veces con nata.

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