Si un gallego te guiña un ojo, es un galle-guiño. Je. Y si tiras un boli BIC al aire, estás haciendo aerobic. Son los chistes que los niños te cuentan. Cuando más serio estás y menos te lo esperas… y les ibas a reñir. Piensas que no han leído tu rostro, porque los adultos sabemos fingir. Entonces sonríes. Y cambias. Y les miras a la cara y ves que ellos y sus cosas son la clave del profe, y no tu rollo o el calendario escolar.
Un gran enemigo de los profesionales de cualquier sector es el calendario, monstruo que aterroriza a personal altamente cualificado sembrando el pánico y la ansiedad. De ahí que trabajar con “gente” que todavía desconoce la hora, la fecha o el calendario despeje tu mente. La mantiene con el nivel de humor necesario para refrigerar el calentamiento global laboral del 'queme', del burnout y todo eso.
Los niños te enseñan a tener ocupaciones, no preocupaciones. Y te dicen: ¿sabes cuál es el mejor portero del mundo? El de Para-guay. ¿Y cuál es la última letra del Abecedario? La “z”… No, la “o”, si no, sería “abecedarioz”. O "le dije a mi padre si iba a venir a la graduación y ¿sabes qué me dijo? Que ya le enseñaré las gafas nuevas cuando llegue a casa". Ja. Y… ¿qué le dice un argentino a un bosque?: ¿y vos qué?
Pues eso digo yo…¿y vos qué?